La convocatoria para este 28 de Septiembre bajo el nombre “Jaque Al Rey” es la expresión política de un rechazo cada vez mayor por parte de las mayorías trabajadoras y populares de nuestro país a la institución de la Jefatura del Estado en su forma monárquica. La casa real ha mostrado un desgaste a lo largo de los últimos años, y esto no es solamente consecuencia de los “deslices internacionales” del monarca o la evidente corrupción mostrada por el famoso “caso Urdangarín”.
En el actual contexto de crisis generalizada del sistema, cada vez más gente rechaza que una familia real sea protegida por el Estado para vivir entre lujos mientras el grueso de la población se tiene que enfrentar a las duras condiciones impuestas por la explotación en forma de paro, bajos salarios, temporalidad y alto coste de la vida. Tampoco es aceptable que la Jefatura del Estado esté sometida al criterio de la herencia y no la elección. Además que esto genera, cada vez en más personas, la desconfianza de una institución nombrada directamente por el régimen fascista del dictador Franco. Y es que cada vez más gente se va dando cuenta de que nuestro Jefe del Estado no es “el Rey de todos los españoles” sino, al contrario, un Rey que ejerce su cargo al servicio de un puñado de oligarcas, de poderosos empresarios y banqueros.
La monarquía española es una institución profundamente antidemocrática. En primer lugar por su origen medieval y, en nuestro caso concreto, por ser heredera del franquismo. Es, además, una institución clave para sostener el poder de los empresarios y banqueros en nuestro país. La oligarquía que se valió en su momento del dictador Franco y sus cuarenta años de fascismo abierto y sanguinario es la misma que hoy acompaña al monarca a sus más exóticos viajes, es la misma que se beneficia de la capacidad del monarca para cerrar “acuerdos internacionales” y que se siente segura teniendo a la familia de los borbones custodiando la jefatura de su Estado y la máxima dirección de un ejército construido para satisfacer sus intereses.
La combinación de estos hechos y ya más de 30 años de desgaste de esta institución han empujado a más y más personas a manifestarse contra la monarquía y a sumarse a la lucha por la República. Desde el Partido del Trabajo Democrático creemos que en un momento dónde el apoyo popular a la monarquía se encuentra en sus mínimos desde que se sellara el “pacto-farsa constitucional” del 78 es fundamental incentivar toda movilización de la mayoría trabajadora y popular que ponga al desnudo el carácter dictatorial de un Estado que funciona en beneficio de una minoría de empresarios y banqueros.
La lucha por la república es una lucha democrática. Sin embargo no podremos conseguir una democracia para la mayoría, para la gente que sobrevive gracias a su trabajo (y no a costa del trabajo de otros), sólo con la eliminación de la monarquía. De poco sirve poder elegir a quien ocupe la jefatura del Estado, si ésta va a seguir siendo una herramienta en manos de los propietarios de bancos y empresas. La democracia no será verdadera, si no se extiende a todos los demás aspectos de la vida política y económica. Por eso la lucha republicana se quedará incompleta si no se une con la lucha contra el régimen de los empresarios y banqueros en general.
Por eso desde el Partido del Trabajo Democrático animamos a aquellos que se manifiestan contra la monarquía a luchar por una república al servicio de las y los trabajadores, al servicio de la verdadera mayoría, por una república verdaderamente democrática dónde trabajadores y capas populares podamos controlar la producción y beneficiarnos plenamente como sociedad de los frutos de nuestro trabajo colectivo.
¡Por una república de las y los trabajadores!
¡Construyamos democracia para la mayoría!