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La Campaña No al TTIP denuncia que las autoridades estadounidenses y europeas están negociando, a espaldas de la opinión pública, un acuerdo económico que tendrá graves consecuencias para la soberanía nacional y popular, para el mantenimiento de los servicios públicos y para el medio ambiente.

La Campaña No al TTIP denuncia que las autoridades estadounidenses y europeas están negociando, a espaldas de la opinión pública, un acuerdo económico que tendrá graves consecuencias para la soberanía nacional y popular, para el mantenimiento de los servicios públicos y para el medio ambiente.

El origen de esta Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión se sitúa al final de la Guerra Fría, cuando los neoliberales thatcherianos proponen apuntalar así la dominación mundial de las multinacionales occidentales. Después de años de toparse con las garantías democráticas y sociales conquistadas por las clases trabajadoras en los diversos países participantes, sobre todo europeos, los lobbies patronales han encontrado en la reciente crisis la excusa perfecta para imponer los sacrificios domésticos que exige este acuerdo de librecambio. Con él, nos prometen que mejoraría la competitividad de nuestras economías, gracias a lo cual aumentaría el PIB y se crearía empleo. Lo cierto es que, en el mejor de los casos, propiciaría un escaso crecimiento económico de medio punto porcentual a la vuelta de una veintena de años. Además, la experiencia reciente –por ejemplo, la construcción de la UE- nos enseña que el aumento de beneficios para las grandes empresas se traduce muy poco en empleo y mucho en inversiones especulativas y exteriores. Y este magro resultado será a costa de una mayor precariedad laboral, menos servicios públicos, mayores desigualdades, ruina de pequeñas-medianas empresas y empobrecimiento de la mayoría. Una importante merma en las condiciones laborales que hará cada vez más difícil la supervivencia aún teniendo empleo tras las sucesivas crisis y burbujas especulativas, que se hace necesaria en la competencia entre los diferentes oligarcas por el control del mercado y su supervivencia. En definitiva, se sigue con la receta de reducir el poder adquisitivo de las masas que estrecha el mercado interior, colapsa la economía y provoca el endeudamiento masivo, la especulación y otras fugas hacia delante que nos llevan a crisis financieras cada vez más agudas.

La carta en la manga para salvar al capitalismo occidental dominante –que no a los trabajadores de Occidente- es la mejora de la competitividad: permitiría doblegar a las economías emergentes que apenas empiezan a sacar a la mayoría de la humanidad del subdesarrollo forzado por siglos de colonialismo y neocolonialismo. Porque ésta es la base que hizo posible el famoso y añorado “Estado del bienestar”, más o menos general, que se instauró a ambos lados del Atlántico Norte, tras décadas de luchas obreras y dos devastadoras guerras mundiales. Pretenden dar marcha atrás a la rueda de la historia embarcándonos en una nueva guerra comercial global que, por ahora, provoca más miseria, tanto aquí como en el tercer mundo, y que, mañana, nos abocará a un conflicto bélico con potencias nucleares como China, Rusia, etc. El capitalismo ha iniciado su imparable declive desde los años 70 del siglo XX y ya es hora de que lo asumamos y que dejemos de sacrificarnos por salvarlo.

El Partido del Trabajo Democrático apoya la lucha contra la implantación del TTIP y en defensa de los derechos políticos y económicos que se quieren lapidar mediante esta iniciativa. Luchamos por una República Democrática para defender la soberanía nacional y popular, así como los derechos de las y los trabajadores, frente a la rapiña de las corporaciones capitalistas. Pero la plena garantía de estos derechos sólo será posible mediante la construcción de un nuevo modelo de política, economía y sociedad: El Socialismo. Por ello llamamos a los sectores más avanzados de esta rebeldía popular a sumarse a la lucha por la República Democrática y el Socialismo, buscando organizar alrededor de esta lucha al conjunto de la clase obrera, principalmente aquella organizada colectivamente por el proceso capitalista de producción en la industria. Cuando nuestra clase se encuentre organizada alrededor de un programa por la Democracia y el Socialismo estaremos en condiciones de derrocar a la hoy considerada “todopoderosa” dictadura de empresarios y banqueros.

¡Derrotemos el TTIP!

¡Luchemos por la república democrática y el socialismo!