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Tras más de 50 años de acoso imperialista, Cuba ha obligado a negociar a una potencia imperialista de primera línea como son los Estados Unidos.

El miércoles 17 de diciembre hemos podido asistir a dos declaraciones simultáneas del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente de la República de Cuba, Raúl Castro. En dichas declaraciones se apuntaban algunas conclusiones importantes para el análisis de las relaciones internacionales entre ambos países:

1. Se pondrá en libertad a los antiterroristas cubanos que aún se encontraban en los Estados Unidos. Así finalmente se logra la trabajada lucha de la República de Cuba por recuperar a los conocido como “los cinco”. Por contrapartida, el gobierno de Cuba ha repatriado al estadounidense Alan Gross, así como a un presunto agente de la CIA (cuyo nombre no ha sido revelado) que llevaría más de 20 años detenido en la isla (como consecuencia de un intento de sabotaje imperialista sobre el país socialista)

2. Se normalizarán las relaciones entre ambos países, recuperando cauces de interlocución entre ambos Estados como la presencia de las embajadas.

3. Aunque no se ha resuelto el bloqueo económico sobre la isla (hecho que subrayó Raúl Castro), esta normalización sí apunta a la posibilidad de poder abrir un escenario dónde el mismo sea superado. En ese sentido es paradigmática la afirmación del presidente norteamericano que ha aceptado que, tras 50 años, el intento de desestabilizar Cuba ha sido un completo fracaso.

Es necesario aplaudir estos avances. Tras más de 50 años de acoso imperialista sobre la República de Cuba, este país ha sido capaz de resistir los innumerables ataques y ha obligado a negociar a una potencia imperialista de primera línea como son los Estados Unidos. Sin el rumbo socialista de la isla caribeña esta resistencia no hubiera sido posible. El pueblo cubano, dirigido por la clase obrera del país y su Partido Comunista, ha sido capaz de articular una resistencia contra las agresiones imperialistas en las que no se ha cedido un ápice en los principios fundamentales para el bienestar y el correcto desarrollo de las necesidades de la clase obrera y el pueblo. Durante todos estos años se ha combatido el riesgo del hambre, la sanidad y la educación, accesibles para toda la población, no han dejado de operar en el país; la cultura ha seguido estando al alcance del conjunto de su población y la democracia popular ha continuado su funcionamiento extendiendo la participación y el poder político a los centros de trabajo, a los barrios y al mundo agrícola.

Por otro lado, nos gustaría recordar que, pese a los avances, nunca debemos confiarnos. Si bien se han dado pasos importantes en el reestablecimiento de relaciones normales con su país vecino, estas aún no han demostrado que puedan darse en una condición de igualdad entre las dos partes (tal como solicita la República de Cuba). Uno de los elementos que distorsionan esta relación es que todavía permanece el bloqueo sobre la isla. El levantamiento del bloqueo no puede darse a cambio de una cesión en los principios políticos de la Revolución Cubana, tampoco de una transgresión del principio de soberanía nacional que tan profundamente ha defendido la isla a lo largo de su historia.

Pese al cambio de los hechos no nos fiamos de las supuestas “buenas intenciones” del gobierno estadounidense. Si este país ha decidido mantener una postura más diplomática hacia la república caribeña es porque ésta ha demostrado que, alrededor de la aplicación consecuente de los valores y principios antiimperialistas y socialistas, se han convertido en un fortín irreductible. Los estadounidenses podrían reubicar su táctica de agresión sobre Cuba favoreciendo la mejoría de relaciones con el objetivo de relajar y despreocupar al pueblo cubano, intentan así cooptar a nuevos aliados en su interior para planificar un nuevo golpe contra la revolución. Aunque es comprensible que el pueblo cubano acoja con optimismo esta noticia, creemos que no debe confiarse de una potencia que, a día de hoy, sigue liderando la intervención imperialista en América Latina y a escala mundial.

Desde el Partido del Trabajo Democrático queremos aprovechar esta circunstancia para mostrar nuestro apoyo más sincero a la revolución cubana. El ejemplo de su historia de lucha, resistencia, defensa de la soberanía nacional, acción anti-imperialista consecuente y construcción del socialismo es legado no sólo de las y los cubanos, sino del conjunto de la clase obrera mundial y, por ello, sus victorias y avances sólo pueden resolverse en forma de victoria y avance para el conjunto de la clase obrera del mundo entero.