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La ley mordaza forma parte de un paquete represivo en el cual, junto a la reforma del código penal, viene a dar una cobertura completa a las fuerzas y cuerpos de seguridad para mantener el orden vigente.

Este 2015 se nos presenta, con una nueva ley que intenta desalentar la movilización y la organización de los ciudadanos ante la barbarie capitalista. Esta ley nace con el propósito de coaccionar a aquellos que no se muestran conforme con el actual estado de las cosas y deciden cambiarlo a través de movilizaciones y de organización, no nos cabe duda que ejemplos como los de Can Vies, de Gamonal. de Coca Cola y de las Marchas de la Dignidad han hecho a los capitalistas reformularse muchas cosas del actual escenario de movilización, y han decidido atajarlo mediante legislaciones que hagan más difícil la respuesta obrera y consecuente a los nuevos desafíos del capitalismo.

La ley mordaza forma parte de un paquete represivo en el cual, junto a la reforma del código penal, viene a dar una cobertura completa a las fuerzas y cuerpos de seguridad para mantener el orden vigente ante vacilaciones, por pequeñas que estas sean.

El descubrir el por qué el capitalismo da esta nueva vuelta de tuerca es fácil, la respuesta se halla en su debilidad fáctica. Con las medidas que se vienen aplicando desde la Troika, han hecho que los trabajadores se desengañaran del actual Estado y fueran retomando la conciencia de clase que habían perdido después de la caída del muro de Berlín.

La ley en sí, tiene su precedente en la ley de seguridad ciudadana aprobada en 1992 conocida popularmente con el nombre de la ley Corcuera o ley de la Patada en la Puerta, y que algunos de sus preceptos fueron declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional.

La ley Mordaza en cuestiones prácticas viene a imponer fuertes sanciones de carácter económico a aquellos que protesten. Sus preceptos además de ser ambiguos y vagos en su determinación, muestran una propensión a ser un cajón de sastre, es decir que toda acción que consista en protestar por tal o cual motivo puede pasar a ser infracción.

Destacar aspectos como los de criminalizar movimientos como los de Rodea el Congreso, imponiendo a esta manifestación la sanción de grave o muy grave, demuestra que es una ley hecha ad hoc para templar los ánimos, en un país con una tasa de paro de las más altas de la OCDE y una tasa de pobreza y de desigualdad cada vez más grandes.

No solo eso, sino que se demuestra como una de las principales inquietudes de la ley la represión de la lucha obrera especialmente aquella que se lleva a cabo, en los piquetes en jornadas de huelga sancionando el bloqueo de las principales infraestructuras de transporte como grave o muy grave.

Otro punto destacable es la obligación que impone a los ciudadanos de identificarse con el Documento Nacional de Identidad, así como de ir con el rostro despejado, sancionando el incumplimiento de ambas actitudes.

En cuanto a las garantías de la nueva ley, como toda buena ley inquisidora, no da ninguna, convirtiendo al ministerio del interior en juez y parte de las actuaciones sancionadoras, dejando solo la vía jurisdiccional, cuando la decisión administrativa ha devenido en firme, y dirimiéndose el asunto en los juzgados de lo contencioso administrativo, orden jurídico que tiene menor rigor garantista que los juzgados de lo penal, y donde por cierto será necesario el abono de la tasa judicial para litigar.

Sin olvidar, la creación de un Registro de Sancionados por la ley de seguridad ciudadana, que no tiene otro objeto que discriminar a los que protestan y por ende controlar la reincidencia de los que sean sancionados, por la misma.

No podemos terminar, este análisis de la ley mordaza, sin hacer referencia, al carácter subsidiario de la misma: es decir, que ésta solo se aplicará para aquellos casos que no sean calificados de delito. Por consiguiente, no se produce una despenalización, como dice el actual gobierno, de unos determinados actos, sino que se amplía el espectro represivo porque delito siguen siendo las mismas materias, sancionando además todas las que introduce la nueva ley mordaza.

En conclusión, una ley que restringe el derecho de manifestación, de reunión y de organización, que impone duras sanciones a materias que no son consideradas delito y que, por otra parte, generan indefensión al sancionado al ser el orden administrativo y no el penal el que se encargará de dirimir el asunto en cuestión.

Ante esta ley, solo queda informarnos sobre la legislación, movilizarnos y organizarnos todas y todos los activistas, primero para intentar que esta ley no termine entrando en vigor por lo lesivo de su configuración para la lucha, y, si lo hace, para que la respuesta en las calles sea tan contundente que no se aplique y tenga que ser derogada.