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Cada colectivo está formado por personas con distintas habilidades, inquietudes, sensibilidades, distintos niveles de formación y perfiles militantes.

Cada colectivo está formado por personas distintas entre sí, con distintas habilidades, distintas inquietudes, distintas sensibilidades, distintas formas de entender una misma realidad, distintos niveles de formación, distintos perfiles militantes, etc. Estas diferencias a veces pueden derivar en choques y confrontaciones que forman parte de la convivencia militante. Pero no debemos ver estos choques como una amenaza a la unidad del colectivo sino como un ejercicio sano de debate y de comunicación entre camaradas.

Partimos de la base de que somos seres sociales, y como tales, los sentimientos forman parte de nosotros/as. Efectivamente, no somos máquinas insensibles y programadas, ni tampoco racionalizamos cada uno de nuestros gestos, actos y reacciones. Por eso en todos los colectivos cobra una importancia tan grande la comunicación sincera y fluida entre camaradas para resolver malentendidos, limar asperezas y así seguir trabajando de forma conjunta, haciendo uso de los conocimientos que nos aporta el socialismo científico que es, en última instancia, lo que nos diferencia de otros partidos. Es importante compartir con el resto de camaradas nuestros pensamientos y sentimientos acerca de nosotros/as mismos/as y de los demás, para no acumular resquemores ni alimentar nuestros prejuicios individuales y para poder analizar la realidad de forma científica con las metodologías que desarrollaron otros partidos obreros que nos precedieron. En este sentido, tenemos que aprender a realizar críticas de forma sincera pero respetuosa, tratando de ponernos en el lugar de la otra persona, entendiendo que el o la camarada que tenemos en frente no está actuando, en la inmensa mayoría de los casos, con malas intenciones aunque su comportamiento o sus palabras puedan sentarnos mal en un momento dado o aunque no estemos de acuerdo con su análisis de la realidad.

A veces tendemos a juzgar o justificar los actos de los demás sin consultarlo con ellos/as, formándonos así una idea errónea de esa persona, de sus intenciones o de los motivos sociales, económicos y políticos que le mueven a actuar de una determinada manera. Sin embargo, para ser científicos/as no debemos precipitarnos a la hora de sacar conclusiones, ni caer en la arrogancia de creer que nuestra explicación es la única explicación posible o válida, sino que tenemos que ser capaces de verbalizar esas críticas o esos análisis personales compartiéndolos con el conjunto del colectivo. De esta manera  podemos contrastar nuestra visión con la del resto de camaradas, llevando a cabo un ejercicio sano de inteligencia colectiva que nos ayude a resolver los conflictos humanos internos y a que no se vayan acumulando hasta estallar de forma perjudicial para el conjunto del colectivo y del partido. En este sentido, es importante también no sólo aprender a realizar críticas de forma respetuosa, sino también aprender a recibir esas críticas sin tomárnoslas como un ataque personal, sino ejercitando nuestra capacidad autocrítica. Porque aunque nosotros/as podamos justificar nuestros actos de una determinada manera, quizás existan otros factores personales, sociales, políticos o económicos que no hayamos tenido en cuenta o de los que no hayamos sido conscientes y que hayan podido contribuir a que hayamos actuado de esa manera. La opinión del resto de camaradas nos ayuda a ir más allá de nuestra propia forma de concebirnos, a tener en cuenta aspectos de nosotros/as mismos/as y de los demás en los que no habíamos caído, y en definitiva, a mejorar como personas y como comunistas.

La intuición no es una capacidad extrasensorial y mágica sino que más bien tiene que ver con la capacidad de observación de pequeños detalles que están a la vista pero en los que no todo el mundo repara y que al relacionarlos unos con otros nos conducen a prever posibles consecuencias ya sean negativas o positivas. Cada ser humano percibe unos aspectos u otros de la realidad que nos rodea, siendo siempre más lo que no conocemos que lo que sí. Además, unas personas se fijan más en las posibles consecuencias positivas y otras en las posibles consecuencias negativas. Estas habilidades son a todas luces complementarias y sirven en ambos casos para reforzar la capacidad previsora del conjunto del colectivo, pues para realizar análisis científicos acertados hay que recalar tanto en los aspectos positivos como en los aspectos negativos de cada situación. Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por las intuiciones individuales (ni colectivas), pues caeríamos en el idealismo de pensar que de la mera observación se alcanza el conocimiento, sino que debemos racionalizar colectivamente esas observaciones, extrayendo lo acertado y justo de las diversas posiciones y desechando lo que no lo es, para así explicar acertadamente la realidad material y poder intervenir en esta a través de un sólido análisis.

Un colectivo no debe basarse en la competición entre camaradas sino en la cooperación y en la complementación de habilidades. El hecho de realizar comparaciones entre unos/as camaradas y otros/as podría fomentar la competición cuando se realizan de forma pública (o incluso privada) y no se razonan lo suficiente y, sin embargo, no debemos caer en el error del igualitarismo negando las diferencias existentes. Como diría Lenin “Cada militante del partido tiene defectos y aspectos negativos en el trabajo, pero cuando se critican o examinan los defectos en los organismos centrales del partido hay que ser prudentes y no exceder el límite donde comienza la chismografía.”. La comparación es, principalmente, un ejercicio mental necesario a la hora de asignar tareas y responsabilidades dentro de un colectivo, pero debemos ser lo suficientemente hábiles como para argumentar y justificar correctamente dichas comparaciones, sobre todo cuando las verbalizamos, de tal manera que no resulten arbitrarias sino que sirvan para elegir a las personas más capacitadas en ese momento para la realización de una determinada tarea o función.

Una de las fortalezas del centralismo democrático es el ejercicio de la inteligencia colectiva en consonancia con el conocimiento que nos aporta el socialismo científico. Este artículo, por ejemplo, no es fruto de la inteligencia individual de quien redacta sino que ha surgido de la puesta en práctica de la inteligencia colectiva en base a un conflicto que surgió y que fue compartido y queremos resolver. Ese conflicto nos ha servido para crecer como colectivo y para poder ir corrigiendo algunos aspectos negativos de cada miembro. Así pues, esperamos que esta reflexión pueda resultar útil para los demás colectivos, para el conjunto del partido y para el resto de militantes comunistas.