La CIA ha ordenado cientos de ataques con drones violando las normativas internacionales.
El reciente asesinato del estadounidense Warren Weinstein y el italiano Giovanni Lo Porto en la frontera afgano-pakistaní ha vuelto a poner a los bombardeos con vehículos no tripulados de combate aéreo —a partir de ahora drones— de la CIA bajo el punto de mira de la opinión pública internacional. Una vez más, un grupo de civiles pasa a engrosar la larga lista de “daños colaterales” de la guerra imperialista que los Estados Unidos de América y sus lacayos comenzaron en el año 2001 bajo el pretexto de “combatir contra un enemigo que amenaza a la civilización occidental”. Warren Weinstein llevaba secuestrado por Al-Qaeda desde el año 2011, mientras que Giovanni Lo Porto era rehén del grupo terrorista desde 2012. Ambos son víctimas de una guerra que ha dejado más de 2 millones de muertos en Afganistán, Irak y Pakistán desde que el Gobierno de George W. Bush diera el pistoletazo de salida a la operación Libertad Duradera (1). Ambos han sido recordados a través de los medios de comunicación del mundo entero mediante reportajes que informaban sobre su desgraciado final, e incluso el Presidente Barack Obama les ha dedicado unas hipócritas palabras de recuerdo, pidiendo perdón por el “error” cometido. Sin embargo, miles de civiles anónimos procedentes de África, Asia Central, Oriente Medio o Yemen han muerto o sufrido heridas de gravedad bajo los bombardeos de los drones de la aviación estadounidense sin que esa misma opinión pública internacional se haya inmutado. ¿Cuál es la razón por la que la muerte de 2 occidentales supone un escándalo internacional, mientras que el asesinato de miles de civiles en países en vías de desarrollo apenas genera una brizna de indignación?
En primer lugar, cabe destacar que una vez alcanzados los objetivos estratégicos de las corporaciones imperialistas para el control de las reservas de petróleo y los contratos de reconstrucción en Irak, así como el establecimiento de un Gobierno títere que permitiera el control de las plantaciones de amapola y los recursos naturales de Afganistán; la táctica del Pentágono y la OTAN cambió de rumbo para dar pie a una retirada masiva de tropas e iniciar un tipo de guerra en la que ejércitos autóctonos entrenados por los invasores iban a cargar con el combate pesado, mientras que la inteligencia y la aviación —además de varios destacamentos estratégicos— de los Estados Unidos de América y su coalición iban a ocupar un papel no menos importante desde un plano “secundario”. Este cambio de táctica no sólo se debió al hecho de que los objetivos de las corporaciones fueran satisfechos en primera instancia —una vez conseguido el botín de guerra, toca protegerlo—; también se debe al hecho de que los Estados Unidos de América y sus aliados no podían continuar sufriendo el goteo continuo de bajas que mermaba a sus contingentes sin parar, porque la opinión pública de esos países comenzaba a cuestionar sus actividades a miles de kilómetros, cabiendo la posibilidad de deslegitimarlas como sucedió con la guerra de Vietnam durante los años 1970. La coalición imperialista atlántica ha perdido a 2257 soldados estadounidenses, 453 británicos, 158 canadienses, 100 españoles —incluyendo a las víctimas del accidente del YAK 42—, 88 franceses, 57 alemanes, y 53 italianos sólo en Afganistán desde que empezó la guerra (2), y los heridos se cuentan por 23500, siendo gran parte de ellos mutilados. Además, son más de 1600 los contratistas muertos en el escenario bélico afgano.
La CIA ha ordenado cientos de ataques con drones sólo en Pakistán desde que este cambio de táctica dio comienzo —más de 400 desde 2004—, siendo la cifra de muertos de un total aproximado de 2379 personas, de las que sólo 84 eran miembros identificados de Al-Qaeda, mientras que 295 fueron identificadas como supuestos militantes hostiles (3). Por tanto, nos encontramos con que los Estados Unidos de América han asesinado extrajudicialmente a 2000 personas —que se sepa— bombardeando el territorio de un Estado soberano con el que no están en guerra, violando decenas de normativas internacionales relativas al uso de la fuerza militar, y así en Afganistán, Irak, Somalia, Sudán, Yemen… Las bombas que caen de los drones estadounidenses todos los días en África, Asia Central, Oriente Medio y Yemen han matado a más de 5000 personas desde que Obama es el Presidente de los Estados Unidos de América. Esos aviones no tripulados están dirigidos por gente a miles de kilómetros que es incapaz de diferenciar a un miembro de la resistencia afgana de una niña que juega en el patio de su casa. Se calcula que los Estados Unidos de América ha aumentado los ataques con drones un 90% y que la mayoría de las víctimas de estos bombardeos son civiles que nada tenían que ver con objetivos militares (4), por no hablar de los miles de personas que han acabado mutiladas o postradas a una cama. Estamos hablando de crímenes que están quedando impunes porque una serie de intereses impide que se haga justicia.
Evidentemente, esos intereses están en contradicción con la justicia social, y sus objetivos distan de ser los mismos que los de las víctimas de los bombardeos y la gente decente que los condena una vez conoce la verdad. Los estados imperialistas y la burguesía monopolista que los dirige dependen directamente de su capacidad para saquear a los países dependientes, pues el agotamiento de las fuerzas productivas en los primeros daría paso a un colapso económico si no tuvieran capacidad para exportar capitales y llenar sus arcas. Un gran método para exportar capitales es el saqueo de los recursos naturales ajenos, y otro que no le va a la zaga es la reconstrucción de las fuerzas productivas destruidas en los países dependientes durante las guerras de rapiña. Asimismo, el Complejo Militar Industrial ve un filón allá donde se encuentre la muerte y la guerra es su negocio, un negocio redondo y multimillonario (5). Vemos que todo está conectado, y que la guerra y el dinero que fluye a través de ella forman parte de uno de los ejes fundamentales del imperialismo. Por ello, la muerte de miles de personas en África, Asia Central, Oriente Medio o Yemen es un mal menor que los imperialistas pueden asumir sin despeinarse. Al tener los medios de comunicación en sus manos; los trusts que organizan la guerra y la destrucción desde el poder tienen el poder de formular construcciones mediáticas manipuladas que ofrezcan un retrato distorsionado de la realidad que ocurre en el mundo. De ahí la importancia de estar alerta ante su propaganda colonial y sus soflamas belicistas, pues crean una imagen deshumanizada de las personas de los países en desarrollo y justifican su muerte mediante algo tan simple como ignorarlas, obviarlas.
(1) http://www.voltairenet.org/article187311.html
(2) http://en.wikipedia.org/wiki/Coalition_casualties_in_Afghanistan
(3) http://www.thebureauinvestigates.com/2014/10/16/only-4-of-drone-victims-in-pakistan-named-as-al-qaeda-members
(4) http://www.politicaexterior.com/articulos/politica-exterior/carta-de-europa-drones-ataques-selectivos-y-posicion-europea
(5) http://actualidad.rt.com/economia/view/105557-guerra-negocio-empresas-venden-mas-armas