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El verano del 2015 se caracterizará por ser un periodo negro en lo que se refiere a la violencia machista, lo que de manera eufemística se llama como violencia de género. 11 mujeres han sido asesinadas a lo largo de este verano víctimas de la violencia patriarcal.

El verano del 2015 se caracterizará por ser un periodo negro en lo que se refiere a la violencia machista, lo que de manera eufemística se llama como violencia de género. 11 mujeres han sido asesinadas a lo largo de este verano víctimas de la violencia patriarcal. Este listado incluye otros crímenes relacionados directamente con la violencia machista pero que no entrarán dentro de las estadísticas como es el caso de hijos asesinados, a modo de venganza, por la pareja o ex-pareja de la víctima, amigos o familiares muertos por el agresor al intentar defender a la víctima. El último caso el de dos jóvenes de Cuenca, (Laura del Hoyo y Marina Okarynska) asesinadas por la ex-pareja de Marina cuando las dos chicas acudían al piso del criminal a recoger los enseres personales de Marina después de cortar la relación.

Estos horrendos sucesos no pueden ser diagnosticados como fruto de la “pasión”, sino como la expresión más extrema que tiene la concepción patriarcal que impregna las relaciones sentimentales en nuestra sociedad. En todos los casos el crimen se produce cuando la víctima renuncia a seguir bajo el permanente estado de sumisión, cuando estas rompen con el sistema coercitivo con el cual agresor les pretende someter mediante un comprendo de violencia física y psicológica, (desde humillación constante y chantaje emocional, pasando a los golpes y agresiones sexuales) y “amenazan” construir su vida con una “independencia” renovada. El agresor no puede aceptar que su pareja rompa los vínculos de dependencia y prefiere matarla antes de aceptar que ya no le pertenece. En verdad lo que se dirime detrás de los crímenes machistas no es un “conflicto amoroso” sino un conflicto sobre el concepto de propiedad privada.

La mujer ha sido tratada desde la creación de las primeras diferencias de clases y el desarrollo inicial de la división del trabajo como un mero instrumento doméstico de producción y reproducción. El “descanso del guerrero”, la sirvienta particular, el apoyo para sacar adelante la producción, la garantía para asegurar la reproducción de la especie y la permanencia de la hacienda dentro de la misma estirpe, o incluso el modo de seguir ampliando esta hacienda mediante el matrimonio. Todos los modos de producción que se han mantenido sobre la explotación de clases,(esclavismo, feudalismo, capitalismo…) han mantenido de una forma u otra este concepto de propiedad sobre la mujer. El desarrollo del capitalismo, que ha traído como consecuencia la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, y el empuje de la lucha de las mujeres por sus derechos democráticos y sociales, (así como el apoyo de dichas luchas por parte del movimiento obrero de manera singular con activistas tan destacadas como Clara Zetkin y Alexandra Kollontai) han dado como resultado la conquista y avances en diversos derechos en materia de género.

En las primeras décadas del capitalismo las mujeres no podían votar, ni disponer de su propio negocio ni de sus bienes inmobiliarios sin la autorización de su marido u otro pariente varón; hoy se reconoce el derecho de la mujer a la “igualdad”e “integración” en la sociedad capitalista. Esto ha creado una contradicción latente por un lado se le ha dado el impulso y convencimiento de las mujeres de que pueden romper sus cadenas e iniciar una forma de vida más “independiente” en el terreno social y familiar, por otro lado el modo de producción capitalista, (con su apología sobre la propiedad privada) sigue en pié y con él parte del sistema ideológico patriarcal pervive con relativa fuerza en la sociedad. Los maltratadores o asesinos de mujeres son algo más que criminales sin escrúpulos son producto de la educación que han recibido en su entorno, en el seno de su familia, en la escuela, dentro de su círculo de amigos, en su trabajo…. Todo esto mezclado con un sentimiento de inferioridad e inseguridad social son los principales causantes de las actitudes machistas en gran parte de la población masculina que en su forma más extrema toman la forma de malos tratos o crímenes machistas. Uno de los sentimientos más fuertes que provocan este tipo de situaciones el la “pérdida de control” de la que hasta hace poco era su propiedad y el temor de que esta inicie su vida independiente o caiga en manos de otro propietario, de ahí el siniestro lema “o mía o muerta”.

En el actual sistema aunque se han producido importantes avances todavía subsisten formas de explotación de la mujer. Las mujeres, por regla general, siguen percibiendo un menor salario por su trabajo; el empobrecimiento resultante de los efectos de la crisis capitalista se ceba principalmente en las mujeres, eso por no hablar de diversos dramas como es el de la llamada “trata de mujeres” un negocio millonario a base de la esclavización de miles de ellas. Es más llegados a esta etapa de desarrollo del capitalismo, que ha llegado a su límite y tiende inexorablemente a la reacción, la situación de la mujer no deja de empeorar: se recortan derechos históricos como es el del derecho laboral a la maternidad o el derecho del aborto, esto trae como consecuencia una vuelta progresiva al hogar doméstico por parte de la mujer al ser más vulnerable en el terreno laboral.

El feminismo institucional sólo basa sus diagnósticos en porcentajes y estadísticas para visibilizar el estado en nuestra sociedad de la “igualdad de género”. Sin embargo su principal limitación es negar u omitir la relación existente entre sistema patriarcal y la propia existencia de una sociedad de clases. Su objetivo de lograr una igualdad plena de género dentro del capitalismo, (igualdad para explotar y ser explotados) se ha convertido en una quimera y un fracaso palpable. Sólo podrá lograrse con un feminismo proletario y socialista que ponga su objetivo en la superación de la sociedad de clases, la socialización de los medios de producción. Cómo dijo Federico Engels: “La emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando ésta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante”.