Sobre la realidad de las horas extra, los beneficios que generan a los empresarios y la necesidad de luchar colectivamente por nuestros derechos.
Últimamente se está dando una clara tendencia en las empresas (a causa de las reformas laborales que hemos padecido durante los últimos años) a exigir a las trabajadoras y los trabajadores el realizar horas extra en su puesto de trabajo (algo que es completamente ilegal, deben ser optativas) para poder llegar a cobrar un llamado ”sueldo digno”, puesto que lo que prima hoy en día es el contrato precario, de poco tiempo y pocas horas, y por tanto, poco salario. A veces es incluso bajo amenazas de parte de estos empresarios, al argumentar que es requisito indispensable para seguir con el puesto, y que hay mucha gente esperando para ocuparlo.
Pues bien, esto atenta contra nuestra capacidad de poder reponernos para poder volver a ir a trabajar al día siguiente, no sólo por el tiempo de descanso que necesitamos, sino por el de ocio, el de relaciones sociales, incluso el de relaciones íntimas.
Pareciera que a la clase de los empresarios con tal de tener superbeneficios se les olvida que esto es imprescindible si quieren tener a una clase trabajadora fuerte que en un futuro manejen sus maquinarias, conduzcan sus vehículos, preparen sus comidas, etc, etc. Y que la clase trabajadora presente debe tener tiempo para poder ir a comprar comida y poder alimentarse, ir al cine y poder evadirse…
Claro, han generado una cola de más de cuatro millones de parados de los que echar mano en el caso de que desfallezcan o fallezcan los que tienen contratados, pero ¿en qué condiciones empiezan a trabajar estas y estos parados, cuando pueden llevar fácilmente años sin recibir un salario, sólo con mínimas prestaciones, y si las tienen?
Ahora ciñámonos a lo que realmente suele pasar más desapercibido: las horas extra normales son en realidad horas superextra.
Han querido definir el término “hora extra” como aquella que se trabaja de más, pasado el tiempo legal permitido por el convenio o el contrato firmado, y que hasta hace poco, lo normal era pagarla más cara que la establecida en contrato.
Y no es así.
La hora extra, sobre todo en los puestos de trabajo en los que se producen mercancías (objetos, útiles y demás para ser vendidos, cambiados por dinero), se está haciendo ya si se analiza a fondo la cuestión.
Pongamos un ejemplo (muy hipotético) :
Sueldo en 8 h |
Sueldo en 1 h |
Valor en 1 h(mercancía) |
Beneficio en 1 h |
Beneficio en 8 h |
80 € |
10 € |
30 € |
20 € |
160€ |
Cómo podemos observar, en una hora una trabajadora produce un pendrive que cuesta 30€ . A esta trabajadora se le está pagando 10 € por esa hora, por lo que al empresario le quedan 20€ de beneficio bruto (pongamos que el coste de mantener la maquinaria le sale a 5€ la hora, por lo que al final restaremos 40€ por las 8 horas).
En 8 horas, que es su jornada laboral, está produciendo unas mercancías por valor a 240 €, menos los 80 que le pagan, se queda en 160€ de beneficio bruto, y quitándole el coste de maquinaria, luz y demás, la cuenta nos sale a 120€ de beneficio neto que el empresario nos extrae.
Si nos fijamos, estamos generando un beneficio que es el doble de lo que nos pagan, y por consiguiente, regalando 4 horas, 80 € al empresario que nos explota, por lo que podemos extraer que en una jornada laboral normal, estamos trabajando 4 horas extra, las cuales no cobramos siquiera.
Entonces, ¿qué significa realizar lo que ellos llaman horas extra? ¿ Qué es lo que estamos haciendo realmente? Es muy fácil. Sólo hay que sumar las horas “extra”, sumar beneficios, restar salario, y veremos que estamos regalando un porcentaje altísimo de nuestro tiempo y de nuestra energía al empresario o empresaria que nos mantiene en nómina.
Si, por ejemplo, la hora extra la pagan a 3€ más y echamos 4 horas, sumadas a las 8 normales, la tabla quedaría así:
Sdo. 1h |
Sdo. 1H extra |
Sdo. 12h |
Valor 1h |
Bficio. 1h |
Bficio. 12 h |
10€ |
13€ |
134€ |
30€ |
20€ |
240€ |
El beneficio que estamos generándole al empresario, el cual no cobramos asciende a 106 €.
Debemos intentar realizar las menos “horas extra” posibles, siempre que nos lo permita nuestro trabajo y nuestras circunstancias, porque si ya nos están explotando terriblemente con unas condiciones que llamaremos “mínimas”, con la realización de estas horas superextra, los beneficios que se están llevando a costa de nuestro sudor y sacrificio, de delegar nuestro tiempo en su favor, son ya apoteósicos.
Pero, ante todo, organicémonos y luchemos colectivamente por recuperar los derechos perdidos, hasta que podamos batallar por conquistar lo que nos pertenece por derecho. Así, mejoraremos nuestras condiciones laborales y nuestro salario, y no habrá tanta necesidad de realizar horas superextra para pagar las deudas que nos han obligado a tener con los precios que nos marcan (hipotecas, préstamos, mensualidades…) hasta que llegue el momento de poner el sistema a nuestro favor, en las manos de las y los que producimos esos beneficios.