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Opinión del camarada Dimitrov sobre la realidad en Grecia, las posibilidades de los gobiernos «democráticos» y la táctica a seguir en la lucha de clases internacional.

[Esta es la opinión del camarada Dimitrov sobre la realidad en Grecia, las posibilidades de los gobiernos «democráticos» y la táctica a seguir cuando aún la clase obrera no está organizada ni fortalecida políticamente, dentro de la lucha de clases internacional. Publicaremos próximamente otras opiniones dentro de un debate abierto]

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¡Ahora más que nunca apoyemos a Syriza!

Hace algo más de tres meses escribimos el siguiente artículo sobre la situación griega, sin embargo, a pesar de tener claro que la contradicción principal en el caso griego como en España  es combatir los planes principales que el imperialismo tiene  para nuestros destinos, el cambio continuo en la correlación de fuerzas, a veces parecía que la fortaleza de Syriza y el pueblo griego estaban preparados para enfrentarse a tamañas fuerzas del imperialismo; otras en cambio todos veíamos que no parecía haber más remedio que aceptar sus exigencias, al menos quizás serviría para ganar tiempo e impulsar otras medidas  que redundaran en la recuperación de la soberanía perdida y el bienestar de las clases populares griegas. Así las cosas, contemplamos el panorama griego y su desarrollo que era completamente a flujo y reflujo. Tantos cambios nos hicieron dudar acerca de si siendo justa nuestra posición  era lo más conveniente para publicar. Después de las pasadas elecciones  del 20 de Septiembre que han revalidado la confianza del pueblo griego se confirman las principales tesis que soportan el apoyo que los comunistas debemos prestar a las fuerzas antihegemonistas de Syriza y similares. A continuación el artículo aunque sucintamente modificado para corresponder a la línea temporal:

 

Tener claro quién es el enemigo principal.

Primero fue el paquete de medidas que la dirección de Syriza ofreció el lunes 6 de Julio (un día después del referéndum griego) a la troika para desbloquear los 7.200 millones de euros del rescate que suscitó un amplio rechazo entre sus compañeros de partido. Tal crisis abierta en el mismo seno del partido gobernante prendió la mecha que vino hecha tanto otras fuerzas políticas griegas que seguían el compás de los ataques que, tanto desde Grecia como fuera de ella, extrañamente coincidían supuestas expresiones políticas de izquierda (incluyendo a comunistas) como los tradicionales lacayos del imperialismo. Prácticamente todos proclamaban al unísono: “Tsipras ha vendido humo y ha traicionado al pueblo griego”. 

Existe un amplio sector en la izquierda nacional e internacional, que abarca desde el reformismo al izquierdismo, incluso pasando por el socialismo que, incluso antes de que la coalición-partido llamada Syriza ganara las elecciones, llevaban instaladas en una campaña de acoso y derribo hacia tal futuro gobierno. El escenario es el siguiente: por un lado, las organizaciones y medios seguidores del imperialismo y hegemonismo desacreditan a Syriza; de otro, muchos frentes izquierdistas siguen el juego, pero no consiguen más que desgastar al propio gobierno frente a su pueblo, haciendo más débil una lucha en cuyo centro se encuentra enfrentarse al imperialismo de turno y los intereses económicos de sus monopolios más fuertes. 

Los comunistas debemos arrojar luz a esta cruzada, para las masas, tal acumulación de contradicciones no puede hacer más que confundir a la gente honrada. Ahora más que nunca hace falta tener claro a quién nos enfrentamos, partir de esta contradicción es capital para poder diferenciar quiénes son los amigos del pueblo y quienes sus enemigos. No partir del imperialismo en la época de mayor concentración de capital y agresividad hacia los pueblos del mundo y de Europa, no partir del hegemonismo alemán y de su sector más extremista, que ha demostrado incluso pasar por encima de la grandeur francesa (e incluso de las recomendaciones de EEUU para suavizar las condiciones del pago de la deuda) es,  simplemente en el mejor de los casos padecer la ceguera más absoluta y en el peor, practicar el oportunismo descarado allanando el camino a la desintegración de las fuerzas progresistas y antihegemonistas que crecen y se desarrollan en Grecia.

 

¿Alemania contra Grecia o el imperialismo contra los pueblos de Europa?

No es cierto que estemos asistiendo a un enfrentamiento entre Alemania y Grecia. En realidad, asistimos a los planes que tienen reservados para los pueblos de Europa el imperialismo yanki y el hegemonismo alemán. 

La mayoría del pueblo griego expresó en el más que conocido referéndum un rotundo NO a la iniciativa de la Troika imperialista. Tan valiente y contundente fue la posición del pueblo griego como exageradamente dura y ofensiva la reacción del imperialismo. Paradójicamente el imperialismo yanki, la fuerza imperialista más poderosa es la que más se ha mostrado negociante a la hora de tratar la deuda griega. El hegemonismo alemán (un subproducto de EEUU en la guerra fría para hacer frente a la URSS en Europa) se ha venido mostrando mucho más firme e intransigente con los intereses griegos. Ello no responde a ninguna anomalía, más bien a los enormes intereses  geoestratégicos de EEUU de asegurarse un aliado firme en la OTAN como lo es Grecia en la región y al temor de las negociaciones que, paralelamente, se han venido sucediendo entre el gobierno de Syriza con Rusia y China (los enemigos principales de EEUU). La contundencia en las exigencias de Alemania responderían, en cambio, a sus ambiciones que históricamente la potencia germana ha desarrollado sobre Europa y por el temor a que, si sus monopolios y Estado pierden la batalla con Grecia, la debiliten y pueda fortalecer a las nuevas fuerzas progresistas del resto de Europa, empezando por España y Portugal.

 

El gobierno elegido es el nivel de conciencia dominante en una sociedad dada

La expresión política en los órganos de poder de cada sociedad y en cada período histórico corresponde, en última instancia, al grado de conciencia y organización de lo dominante en el movimiento de masas. Por tanto, Syriza es expresión de las fuerzas más progresistas dominantes de las clases populares y expresa con ello un grado de conciencia similar. Esto es, si no se le puede exigir a Syriza mayor contundencia frente a esta lucha antiimperialista es porque no se le puede exigir más a su pueblo, pues todavía éste no ha logrado avanzar ni acumular fuerzas suficientes para estar dispuesto tanto a librar esta guerra de forma organizada, disciplinada y resuelta como a sufrir las consecuencias de una probable derrota.

No se le puede exigir al gobierno griego emprender una lucha de ruptura con la UE sin un pueblo resueltamente decidido.

Unir todo lo unible contra el enemigo principal es lo que ha hecho Syriza. Los comunistas debemos apoyar sin fisuras a Syriza. 

 

Ganar la guerra es más importante que perder una batalla.

En toda lucha, más cuando se enfrenta a enemigos tan poderosos como EEUU y Alemania y todas sus estructuras de coacción y extorsión, incluyendo a la maquinaria de guerra. Cuanto mayor es el enemigo y mayor unidad y organización exista en nuestras filas, más batallas, más cruentas, más largas y más duradera será la guerra. Suele ocurrir que las primeras batallas se pierden, pero gracias a la unidad, la organización y la entrega de nuestras filas aprendemos de los fracasos y con mayores fuerzas nos enfrentamos nuevamente. 

Así ocurrió, por ejemplo, tras la Gloriosa Revolución de Octubre, los bolcheviques firmaron la paz de Brest-Litovsk, por la que Rusia renunciaba a los territorios de Finlandia, Polonia, Letonia y Ucrania. Casi un tercio del entonces territorio ruso. A pesar de la nulidad de dicho tratado tras la derrota germana en la I Guerra Mundial, la firma de dicho tratado generó polémica y división en el campo comunista nacional  (empezando por Trotsky quien fue como canciller soviético a estas negociaciones, procedió de acuerdo con Lenin durante algún tiempo, y luego lo desobedeció; no firmó la paz con los alemanes y desmovilizó al ejército; esto creó condiciones para que los alemanes avanzaran y la Rusia soviética tuviera que pagar con más territorio y más dinero) e internacional. Sin embargo, la firma de dicho tratado, a pesar de no agradar, fue imprescindible porque era urgente abandonar la guerra cuanto antes porque estaba en juego la existencia o aniquilación del futuro Estado soviético. La posición de Lenin, que puso en juego todo su prestigio para que se firmara el acuerdo, no ha pasado a la historia del movimiento comunista como ninguna claudicación. Colocaba en primer plano mantener el poder proletario conquistado, sean cuales fueran las condiciones. La posición de Trotsky, partidario de una posición mas dura y de «no ceder» aunque se prolongaran las negociaciones, era un ataque a los intereses vitales del nuevo Estado proletario, poniendo en peligro su continuidad.

En estos momentos, el apoyo al pueblo griego y al gobierno de Syriza es una línea de demarcación entre lo que es justo y revolucionario y lo que no. Cualquier posición vacilante hacia el gobierno y pueblo griego supone participar de la más miserable colaboración con los enemigos del pueblo.

 

Frente al imperialismo: ¡unidad, unidad y unidad!

Al enfrentarnos a enemigos tan poderosos, Syriza no podrá por mucho sostener una larga lucha contra la Troika en solitario. Si no existen avances, como mínimo, en el mismo sentido en el eje sur de Europa: España, Portugal e Italia. Ahora más que nunca apoyar a Syriza es apoyar al pueblo griego para enfrentarse al imperialismo. Ahora más que nunca, unidad de toda la clase obrera, de toda la clase obrera con sectores de la burguesía nacional griega y sus expresiones políticas denunciando a la misma vendepatrias. Ahora más que nunca un frente común antiimperialista y toda la solidaridad internacional posible. Unidad de todo lo unible, de lo social a lo político y de la izquierda a la derecha contra el enemigo común: El imperialismo y el hegemonismo alemán.