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Fahime, Tenneco, Gijón Fabril… Vemos como ante nuestros ojos se sucede un problema similar. Empresa industrial cierra por exceso de endeudamiento, empresa industrial echa a su plantilla a la calle porque tiene que cerrar las puertas, empresa industrial deja de funcionar porque decide concentrar su producción en otra fábrica de España, o en el extranjero, etc… etc…

Sin duda la última reforma laboral ha sido un gran golpe para nosotros las y los obreros a la hora de hacer frente a las presiones de la patronal para echarnos a la calle cuando les conviene. Pero los EREs y cierres patronales no son una novedad, ni siquiera antes de la crisis del 2008. Tampoco es un problema exclusivo de la industria, sino que todos los sectores de la producción se ven afectados.

La cadena de sucesos es la habitual, una empresa presenta un ERE extintivo, una declaración de bancarrota o inicia algún tipo de proceso de liquidación y cierre. La plantilla se moviliza para defenderse, en algunos casos con encierros para evitar que se lleven la maquinaria y se desmantele la industria. Es la forma de evitar que la empresa haga una política de hechos consumados y que haya posibilidad de retomar la actividad en el futuro.

El objetivo de los trabajadores, en la mayoría de los casos es mantener el empleo y la actividad, y para ello buscan el apoyo de las instituciones del estado para encontrar otro inversor que se haga cargo de la empresa y de su deudad y reanude la actividad.

Unas veces los obreros resisten y surge un plan de viabilidad que da un respiro para unos cuantos años más. Sin embargo hay otros casos en los que el proceso se salda con una negociación de un despido en mejores condiciones, prejubilaciones para los compañeros más veteranos, etc…

¡Ojo! En ningún caso la resistencia es inútil, siempre es mejor encerrarse y luchar que marcharse para casa con 20 días por año trabajado y una palmadita en la espalda del empresario.

El cierre patronal es sin duda la situación más dificil a la que se puede enfrentar un colectivo de trabajadores en una empresa. Cuando hay un cierre patronal estamos hablando del fin de la actividad de la empresa, de la desaparición de los puestos de trabajo que la integran, fin de la historia. El paso siguiente es el paro y la búsqueda de un nuevo empleo.

Hasta aquí nada que no sepamos, pero… ¿Todo se reduce a la búsqueda de un inversor? ¿Hay algo más que podamos hacer los obreros para luchar contra los cierres patronales?

La respuesta es sí, se puede hacer mucho contra los cierres patronales. Pero la salida está fuera del ámbito de lo estrictamente sindical, son necesarias medidas políticas a favor de los obreros, medidas más allá de la empresa, el sector o el sindicato. Es preciso dar una lucha política para resistir a los cierres patronales.

El PTD propone la creación de un mecanismo de rescate industrial con el objetivo de mantener la actividad y el empleo en gran parte de las empresas industriales que están pasando por dificultades en la actualidad.

Tendría las siguientes características:

Financiación pública

  • Un Fondo Nacional de Rescate Industrial con cargo a los Presupuestos del Estado.
  • Un impuesto extra a los beneficios empresariales y las grandes fortunas del 1%
  • Los trabajadores de las empresas en dificultades podrían solicitar al estado el rescate.
  • El Estado expropiaría la empresa y asumiría la deuda tras una auditoría y un estudio de viabilidad.

Gestión democrática

  • La empresa sería gestionada por un administrador del Estado y por los trabajadores, de manera democrática.

Planificación económica

  • Se establecería un plan estatal de producción para coordinar a todas las industrias rescatadas, que actuarían como un grupo industrial. Con un mecanismo de toma de decisiones democrático.
  • Este grupo industrial tendría preferencia a la hora de optar a contratos del Estado.

Otras medidas de apoyo

  • Elaboración de un nuevo Estatuto de los Trabajadores
  • Nacionalización del sector de la energía y el acero, con mecanismos de gestión democráticos entre el Estado y los trabajadores.

Este mecanismo no asegura que todas las empresas sean rescatadas, ni que se mantenga todo el empleo. Pero aún así ofrece una salida alternativa a la situación actual.

En la actualidad ya hay inversión estatal en la industria (1.557 millones de € en 2015 – un 6% del presupuesto), lo que proponemos es ampliar esa financiación y orientarla de otra forma. Democratizándola, haciendo que los obreros participen en la toma de decisiones estratégicas.

Sabemos que esta propuesta va a contracorriente, que hay presiones y grupos de poder en España y en la UE que van contra este tipo de medidas. Pero… ¿Acaso nos queda otra alternativa a la lucha?

Para tener una perspectiva más amplia consulta este artículo

No nos dejemos engañar: Habrá más cierres y más despidos