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Este 1º de mayo, día de lucha de la clase obrera, se encuentra marcado por la situación política que vive nuestro país.

Este 1º de mayo, día de lucha de la clase obrera, se encuentra marcado por la situación política que vive nuestro país. Los empresarios y banqueros, la burguesía, presionan para que se forme una gran coalición entre sus partidos (PP, PSOE y Ciudadanos) con el objetivo de desarrollar la agenda reformista pendiente de la oligarquía europea y de su régimen social. Esta busca arrancar más partes de la riqueza creada por la clase obrera para engrosar la bolsa de beneficios de las empresas y entidades financieras.

Ahí se inserta el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, donde la propuesta estrella es la implantación del despido con indemnización progresiva que reclamaba desde hace años la CEOE. Es decir, el abaratamiento del despido para flexibilizar el mercado laboral, disponiendo de la fuerza de la clase obrera sólo para cuando la necesite la burguesía y, además, presione los salarios a la baja como consecuencia de la inseguridad para disponer de un empleo.

El FMI, fiel depositario de los intereses de la burguesía, presenta una revisión a la baja del crecimiento económico en el primer trimestre del año (una décima en el PIB). Los medios de comunicación, bajo el control de la oligarquía, actúan como amplificadores de sus intereses para generar una imagen de inestabilidad económica, pretendiendo asociarlo a la incertidumbre política por falta de gobierno. ¿Qué persiguen? Que la clase obrera vea en los partidos de la burguesía al mal menor. Que vean como la mejor solución el programa de reforma del mercado laboral de estos partidos.

Las empresas ahora disponen de una mayor flexibilidad laboral que les permite adecuar la producción y de las plantillas a la carga de trabajo real. Los niveles de contratación temporal vuelven a recuperarse tras la destrucción masiva de empleo durante la crisis económica. Pero el principal cambio producido por las innumerables reformas del mercado laboral ha llevado a equiparar los contratos indefinidos a los temporales. La dualidad contractual se está resolviendo a la baja. Así pueden aprovechar al máximo hasta la última gota de fuerza de trabajo de la clase obrera, de manera que cuando la carga de trabajo cae, la burguesía no desperdicia esas riquezas creadas por el obrero y la obrera en unos salarios menos productivos. Eso supondría quedarse con una parte menor de esa riqueza producida, es decir, menos plusvalía conlleva menos beneficio. La burguesía prescinde de los empleos superfluos para ahorrar costes y elevar la rentabilidad de su capital. Por tanto, el obrero es expulsado de su puesto de trabajo a bajo coste o a coste cero. Deben extraernos el máximo de plusvalía en todo momento.

El elevado desempleo, por encima del 22%, aún sigue sin soluciones en la caótica economía capitalista. Ni tan siquiera el aumento de la contratación a tiempo parcial (incrementada en casi 500.000 contratos) ha logrado reducir el número de parados. Tan sólo ha logrado precarizar aún más el mercado laboral con el fin de explotar con mayor intensidad una fuerza de trabajo con un salario escaso, que no alcanza para su supervivencia. ¿Cómo? Durante las pocas horas de este tipo de jornada laboral más corta el empresario, con el derecho que le otorga este régimen social, puede aumentar la intensidad del trabajo, no necesita dosificarla en 8 o 10 horas, puede sacar todo el jugo posible en 4 o 5 horas por un salario muy inferior.

Centrándonos en los salarios, la clase obrera aumenta su pérdida en relación al capitalista. Mientras que el PIB sigue creciendo (un 3,3% en 2015), los salarios lo hacen menos (tan sólo un 0,5% en el mismo año). Los trabajadores inestables, que perdieron el empleo durante la crisis económica y han vuelto a conseguir un empleo, han perdido un 17% del salario nominal. Visto desde la perspectiva del poder adquisitivo, los trabajadores estables, que mantienen el empleo durante la crisis, han perdido un 10,4% de poder adquisitivo, mientras que los trabajadores inestables lo hicieron en un 25,8%. ¿Qué significado tiene? Si la producción en un año crece en España y los salarios y el poder adquisitivo se devalúan, entonces una mayor porción de la riqueza creada por los obreros y obreras es apropiada por la burguesía, lo que arroja una mayor tasa de ganancia a las empresas.

La flexibilización laboral y el desempleo, así como la constante amenaza con los despidos, ha provocado que los trabajadores despedidos se reincorporen a un empleo en peores condiciones que los obreros y obreras que mantuvieron los empleos, cediendo así ante dicha amenaza. Al final, se materializa en la reducción de los salarios y de los costes laborales desde estalló la crisis económica.

La consecuencia es el aumento de la pobreza entre quienes producen las riquezas de nuestro país. El porcentaje de trabajadores en riesgo de pobreza se ha incrementado hasta el 21,3% y el de trabajadores ocupados en situación de pobreza material severa hasta el 4%.

Mientras tanto los beneficios de las empresas del IBEX-35 seguían proporcionando, año tras año, importantes cifras para sus propietarios: 20.372 millones de € en 2015. Unos beneficios destinados, por un lado, a capitalizar nuevamente sus empresas para obtener aún más beneficios, mediante la explotación de la clase obrera; y, por el otro, para disfrutar de un lujoso estilo de vida. Aquí es donde se queda la riqueza creada por la clase obrera.

Es algo irónico, pero tiene su explicación en las relaciones de producción del régimen capitalista. La burguesía posee los medios de producción. Esta propiedad capitalista, generada y acumulada por la apropiación de las riquezas creadas por la clase obrera desde hace decenas de generaciones, le proporciona el derecho a usar todo lo posible la fuerza de trabajo de la clase obrera para la producción de mercancías. La clase obrera, durante el tiempo de trabajo, produce por encima del salario percibido. Todo esa riqueza producida de más es apropiada por el burgués. Por tanto, el fundamento del régimen capitalista es la apropiación de una parte de lo creado por la fuerza de trabajo de la clase obrera por parte de la burguesía. Tiene, así, un carácter parasitario.

¿Cómo remediarlo?

Ante el empobrecimiento actual al que se nos encamina a través de las reformas del mercado laboral y la depreciación salarial se produce la paradoja de que quienes producen las mercancías y los servicios no pueden acceder a consumirlos. Por tanto, la primera medida que debe aplicarse en este período de crecimiento económico es el incremento de los salarios en la misma proporción del 5% que el PIB (Es decir, un incremento del 3% del PIB previsto para 2016 más un 2%) con el objeto de que la clase obrera vaya acercándose progresivamente a percibir salarialmente lo que produce. Las condiciones de vida de una mayoría están por encima del acaparamiento de riquezas por parte de una minoría parasitaria.

Además, los obreros y obreras sólo pueden obtener ingresos en sus casas mediante su trabajo. Por tanto, el empleo debe ser garantizado sin condición alguna. Es necesario crear un fondo de rescate de la industria para nacionalizar e invertir con dinero público en una industria estatal y en los principales sectores de la economía, que la dinamice para la creación de empleos estables y de calidad capaces de mantener los empleos existentes y crear los suficientes para acabar con la lacra del desempleo.

Tengamos en cuenta que la burguesía sigue manejando los hilos del Estado, por lo que el control democrático de los obreros y obreras sobre las empresas nacionalizadas debe prevenir contra los intentos de boicotearla para venderla y privatizarla. Debe permitir el control de la producción, de su planificación, con el fin de satisfacer las necesidades de la mayoría social frente al caos y el parasitismo de los especuladores.

Una férrea y sostenida movilización de la clase obrera por estas y otras reivindicaciones, organizada políticamente con independencia del resto de clases, permitirá dar soluciones en la dirección de acabar con el desempleo y la miseria actual. Entre estas soluciones y la clase obrera sólo se interpone la resistencia de la burguesía.

No obstante con ésto se enfrenta la proporción en la que se reparte esa riqueza creada socialmente. Es decir, que la clase obrera se quede una mayor porción que la burguesía para mejorar su calidad de vida. Aún no toca el fondo del problema.

Debemos comprender que la riqueza ha de pertenecer a quienes la crean. Esto implica que la propiedad de los medios de producción ya no puede ser privada sino social, y verse reflejada en una distribución consecuente de dicha riqueza. La clase obrera es la única capaz de afrontar este proceso, es la interesada en que así se produzca. Porque a pesar de ser la fuerza motriz que forma toda una cadena de cooperación para la producción, se encuentra desprovista de propiedad productiva. El control que hoy ya está en condiciones de ejercer le permitirá pasar a la administración social de la producción. De esta manera la economía resolverá esa irónica situación, esa contradicción, y servirá para el bienestar de las familias obreras, de la mayoría social, de la fuerza creadora de las riquezas.

La comprensión de esto por parte de las masas de la población exige la construcción del partido revolucionario de la clase obrera, el único capaz de alcanzar con determinación esta meta histórica. La clase obrera y su partido son capaces de revolucionar toda la estructura política y ponerse a su cabeza para revolucionar toda la estructura económica para asegurar su porvenir y el de las demás clases trabajadoras, así como de la propia humanidad.

¡RECUPEREMOS LO QUE NOS HAN ROBADO!

¡ORGANICÉMONOS PARA PONER FIN A ESTE RÉGIMEN SOCIAL BASADO EN LA ESCLAVITUD ASALARIADA!