Los ataques contra el pueblo trabajador no cesan. Pese a los más de cinco años que llevamos de “políticas de austeridad” (no para el capital) en Europa, desde Bruselas exigen un nuevo recorte de 8.000 millones de euros. Nos dicen que la economía se recupera, pero insisten en que los ajustes recaigan sobre nuestras espaldas. En cualquier caso, mientras nuestros empleos y nuestras vidas empeoran día a día, los beneficios empresariales no dejan de recuperarse e incluso incrementarse. En nuestro país esta farsa adopta formas grotescas con un gobierno en funciones que promete rebajas de impuestos al mismo tiempo que negocia nuevos ajustes y recortes con Bruselas. Además, los ajustes no son solo anti-sociales y anti-obreros, sino también anti-democráticos. Por un lado, los distintos memorandos, tratados y convenios para “contener el déficit público” suprimen en los hechos la soberanía nacional y popular frente a los dictados del capital financiero. Por otro lado, bajo el pretexto de la “amenaza de terrorista” se implantan estados de excepción o se impulsan “pactos anti-yihadistas” para atar en corto las libertades políticas que nos permiten desarrollar las protestas obreras y populares. Con ello se crean las condiciones para un nuevo auge del fascismo en Europa. Auge que ya empieza a manifestarse con el masivo apoyo electoral a la extrema derecha en algunos países.

Esta situación inevitablemente debía provocar el movimiento de resistencia sindical y democrática. Y así ha sido desde que estallase la crisis capitalista y se desatase la ofensiva del capital contra el pueblo trabajador. Primero Grecia, luego España y Portugal y más recientemente Francia han visto desarrollarse importantes movimientos obreros y populares de resistencia. Algunos movimientos, como en el caso de Grecia y Portugal, han logrado victorias electorales que han aupado a gobiernos críticos con las políticas neoliberales del capital financiero. Pero ésta sigue siendo una resistencia débil y fácilmente doblegable al primer envite. Así, tanto en Grecia como en Portugal, pese a los intentos de paliar los efectos de la crisis capitalista sobre los segmentos más pobres de la población, la oligarquía financiera y la patronal logran imponer sus políticas en lo esencial. Tampoco el movimiento obrero europeo ha acudido todavía unido y decidido en apoyo de la resistencia nacional y popular frente a los chantajes de las instituciones al servicio del capital financiero y de las potencias imperialistas europeas como Alemania. Todavía es dominante en el movimiento obrero y popular (sobre todo entre quienes lo lideran) la idea de que es posible el regreso al periodo “pre-crisis” y recuperar los derechos democráticos y sociales que nos han quitado sin un cambio en los fundamentos de la sociedad actual. Nada más lejos de la realidad. El capital solo puede sobreponerse a sus crisis engendrando otras peores y destruyendo los mecanismos para precaverlas. Los beneficios capitalistas a costa de nuestro trabajo son cada vez más incompatibles con los servicios públicos, con los derechos laborales e incluso con el nivel de vida que hemos tenido hasta ahora. Además, la democracia capitalista se muestra cada vez más como una farsa, como un juego amañado en el que el capital siempre gana. Siempre gana porque su propiedad privada sobre las industrias, los comercios y los bancos está consagrada y protegida por el poder estatal, ya sea nacional o “supranacional”. La clase obrera y el pueblo trabajador tendremos democracia cuando logremos imponerla sobre la propiedad privada del capital, en las empresas, en los bancos, en la administración pública, etc.

Desde el Partido del Trabajo Democrático apoyamos firmemente la resistencia obrera y popular frente a la ofensiva desatada por el capital español y europeo contra nuestras conquistas sindicales y democráticas. Apoyaremos también cuantas iniciativas surjan para extender a escala europea la unión entre las luchas sindicales y democráticas. Pero también llamamos a impulsar hacia delante este movimiento de manera consecuente, hasta el final, hasta atacar los cimientos de la sociedad capitalista y prepararnos políticamente para la construcción de una nueva sociedad socialista basada en las necesidades e intereses de la mayoría popular y trabajadora.

¡Viva la lucha de la clase obrera y los pueblos de Europa!

¡Contra la Unión Europea imperialista y del capital!

¡Hacia la revolución socialista en Europa!