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Durante los meses anteriores, Ciudadanos y el Partido Popular han negociado como medida de un hipotético programa de gobierno, un acuerdo sobre los bajos sueldos existentes en nuestro país. En apariencia muchos y muchas podrían decir que sendos partidos aplican el complemento salarial, una ayuda en forma de reducción del IRPF a determinados niveles salariales, motivados por su preocupación sobre el empobrecimiento acelerado de la clase obrera. En cambio, es muy diferente la intención que presenta esta propuesta. Para lo cual es necesario sumergirse en su significado.

La primera curiosidad, por tanto, es que esta propuesta proceda de partidos de la oligarquía que abiertamente han apostado por el deterioro de las condiciones laborales a lo largo de este tiempo. Pero la segunda curiosidad es que históricamente toda concesión otorgada a la clase obrera, para mejorar sus condiciones laborales y de vida, fue consecuencia de un amplio movimiento de lucha. En esta ocasión no solo no se ha producido dicho movimiento ascendente de lucha, sino que desde hace un par de años el movimiento general de la lucha por reformas de la clase obrera se encuentra en franco retroceso. Entonces, ¿cómo es posible que se haya producido tal acuerdo y pretendan aplicarlo?

Desde que estallase nuevamente la crisis económica capitalista en 2008 el salario de los que mantienen el empleo durante esta han descendido un 1,7%. Mientras que el de los trabajadores y trabajadoras que perdieron el empleo y se reincorporaron a la actividad laboral posteriormente lo hizo en un 17%1. Los despidos masivos durante este período provocaron la reducción salarial al aumentar la competencia entre los obreros y obreras y las concesiones por sostener su puesto de trabajo. Esta merma salarial ha de sumarse al aumento de los precios para observar que se ha producido un empeoramiento aún mayor del poder adquisitivo.

La competencia capitalista: una guerra selvática de supervivencia burguesa

Entre otros muchos aspectos, los capitalistas emplearon la destrucción de empleo para presionar a la baja los costes salariales con el objetivo de mejorar su capacidad de competencia, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. El objetivo era y es sobrevivir comiéndose unos a otros sus respectivas cuotas de mercado. Pero esta competencia por la supervivencia, seña de identidad del capitalismo, no acaba ahí. Solo puede sobrevivir uno, como dirían en la película «Los Inmortales»2.

El capitalismo parte de la producción de todo tipo de productos que cubren las necesidades humanas: carne, queso, mesas, televisiones, viviendas, coches, etc. Utiliza este punto de partida porque sin ello la producción de mercancías no tiene sentido alguno. La producción de mercancías es la base de todo el sistema económico capitalista. ¿Por qué? Porque, como veremos más adelante, de la producción e intercambio de mercancías el capitalista obtiene el beneficio. Al mercado concurren todos los empresarios con sus mercancías para venderlas y materializar ese beneficio que contiene. Por tanto, producen con el fin de alcanzar el beneficio mediante la creación y venta de mercancías en el mercado, exista o no una capacidad de compra real de esos de ahí que se produzcan las crisis económicas de sobreproducción.

El mercado capitalista pone en competencia las mercancías de los empresarios individuales. Quien logre vender su mercancía o la mayor cantidad de mercancías materializará el citado beneficio. Quien no pueda vender lo suficiente o todo se verá abocado a la ruina, quedándose su parte del mercado aquellos que sobrevivan. Es evidente que los consumidores de esas mercancías comprarán aquellas que sean más baratas. Por tanto, quien produzca más barato, es decir, a menor coste, es quien logrará vender sus mercancías y sobrevivir. La competencia capitalista empuja a la burguesía a una guerra selvática por la supervivencia y el control del mercado.

Entre muchas otras formas de abaratamiento de los costes, una muy inmediata y directa es la reducción salarial. Así lo expresaba la CEOE en 2013: «Conservar la competitividad y el empleo existente exigirá esfuerzos extraordinarios de reducción de costes a las empresas…Los salarios deben evolucionar con la productividad y mientras persista el desempleo incluso por debajo, lo que explica nuestra propuesta de congelación o disminución salarial… Si el incremento del PIB a precios constantes en 2013 es superior al 1% e inferior al 2%, el aumento salarial no excederá el 1%.«3. Y en 2015, con la firma del IIIAENC lo certificaban de la siguiente manera con esta estrategia competitiva: …los criterios en materia salarial dirigidos a contribuir de manera simultánea a la reactivación económica, a la creación de empleo y a la mejora de la competitividad de las empresas españolas…» darán lugar a un «Incremento salarial para 2015: hasta 1 %«.4

El colectivo de empresarios, organizados en la CEOE, necesita reducir los salarios para poder mantenerse en el mercado con la suficiente rentabilidad. Así, en estos tiempos de crisis económica, donde hay una enorme saturación de mercancías, se agrava la competencia entre sectores de la burguesía, a nivel nacional y a nivel internacional. Los mercados se han constreñido y dejan menos espacio para que cada uno lleve sus mercancías, donde los que se han visto más atrasados en el desarrollo de sus fuerzas productivas, en el abaratamiento salarial o en la acumulación de capitales, se encuentran más débiles. Es en este punto cuando los burgueses tienen más posibilidades, o bien de caer en la ruina y, por tanto, acabar entre las filas de los trabajadores, o bien de vencer a sus competidores y concentrar más capitales en sus manos.

Los empresarios obtienen su ganancia haciendo trabajar más horas sin remunerar

Como hemos visto, venimos ya de un período en el que el salario se ha visto sustancialmente reducido, y más aún el poder adquisitivo. Las bajadas salariales se encaminan directamente hacia la esencia misma del capitalismo. Esto es: cuanto más se explote la fuerza de trabajo asalariada de la clase obrera mayor será la ganancia capitalista.

Esta ganancia no surge de la nada, sino que se fundamenta en las mercancías creadas por los asalariados y asalariadas. Por ejemplo, los cientos de millones de euros de beneficios de Amancio Ortega (Inditex) no surgen de su «trabajo». Esos cientos de millones de euros proceden, en forma de dinero, del valor añadido por estos obreros y obreras a las mercancías creadas -camisetas, pantalones, etc.-. Estas mercancías, que se apropia Amancio Ortega, son creadas por la fuerza de trabajo de miles de trabajadores asalariados que tiene Inditex en España y por todo el mundo.

Amancio Ortega, ese “ilustre” empresario admirado por muchos y que tiene mucho de explotador y poco de solidario filántropo, contrata a un determinado número de trabajadores y trabajadoras por un determinado salario. El salario otorga al empresario, en este caso nuestro “admirado” filántropo, el derecho a emplear todo lo que pueda la fuerza de trabajo de los obreros y las obreras: a lo largo del día, de la semana, del mes, etc. “Alquila” esa fuerza de trabajo durante un determinado tiempo. Todo lo que produzcan estos asalariados y asalariadas durante la jornada laboral, por tanto, es propiedad del empresario. Pero, para obtener la ganancia no puede hacerles trabajar exclusivamente el tiempo que reponga los costes salariales (el precio pagado por esa fuerza de trabajo “alquilada”) sino que debe hacerlos trabajar más tiempo y sin remunerar. Debe hacerles trabajar un tiempo mayor dentro de la jornada laboral normal, es decir, un plustrabajo en el que los obreros y las obreras crean un plusproducto (más camisetas o más pantalones, según el ejemplo que tratamos aquí) que representan un plusvalor creado por la fuerza de trabajo de los obreros y obreras. Este plusproducto arroja una plusvalía y, por tanto, la ganancia. Así se reproduce constantemente en todas las empresas productivas capitalistas.

Por tanto, manteniendo intacta la jornada laboral y la intensidad del trabajo, cuanto más bajos sean los salarios, mayor será el beneficio que obtenga el Amancio Ortega de turno, es decir, el burgués industrial. De esta forma, Inditex obtuvo unas ganancias de 2.875 millones de €5 (de los cuales 1.108 millones le corresponden a Amancio Ortega como principal accionista). Es evidente que con su trabajo no ha podido generar semejante valor. Mientras tanto, la media del salario en Inditex España se sitúa en 837 €6. Esto es sin tener en cuenta los centros productivos textiles que tiene diseminados por diferentes países asiáticos, como en Bangladesh, donde los salarios son inferiores y, por tanto, la extracción de plusvalía y ganancia puede ser mucho mayor.

Así, pues, la bajada de salarios permite que un empresario industrial o un conjunto de industriales abaraten sus costes de producción frente a sus competidores con el fin de derrotarlos. La reducción salarial es el objetivo que el conjunto de la burguesía tiene puesto en su punto de mira. Y, en el caso que atiende este artículo, lo aplican mediante las reformas laborales decretadas y otros mecanismos de presión a la baja empleados que materializan sus representantes políticos (como el Partido Popular, Ciudadanos y el PSOE).

La compensación salarial del PP y C´s como arma para rebajar aún más los salarios

Hemos podido comprobar cómo la burguesía tiene la necesidad de competir para sobrevivir en su régimen capitalista. Para lo cual debe obtener una mayor ganancia que su oponente y esto lo consigue produciendo más barato. Hay muchas formas de producir más barato. Pero todas giran en torno a un elemento muy peculiar, que es el centro de gravedad de la producción capitalista: la fuerza de trabajo de la clase obrera.

Al igual que toda mercancía, tiene un valor. Marx ya explicaba hace 150 años que: «El valor de la fuerza de trabajo, o el valor del trabajo, para decirlo en términos más populares, está determinado por el valor de los artículos de primera necesidad o por la cantidad de trabajo necesaria para su producción.» 7 8.

Esas necesidades primarias son tales como la comida, la vestimenta, la vivienda, etc. Se trataría del valor mínimo de la fuerza de trabajo: Pero hay ciertos rasgos peculiares que distinguen el valor de la fuerza de trabajo o el valor del trabajo de los valores de todas las demás mercancías. El valor de la fuerza de trabajo está formado por dos elementos, uno de los cuales es puramente físico, mientras que el otro tiene un carácter histórico o social. Su límite mínimo está determinado por el elemento físico; es decir, que para poder mantenerse y reproducirse, para poder perpetuar su existencia física, la clase obrera tiene que obtener los artículos de primera necesidad absolutamente indispensables para vivir y multiplicarse. El valor de estos medios de sustento indispensables constituye, pues, el límite mínimo del valor del trabajo.”9.

Pero no son solo estas. Su valor depende de numerosos factores históricos y sociales. Por ejemplo, en la actualidad, socialmente es necesario que todos estemos comunicados y dispongamos de un teléfono móvil y además con acceso a Internet, algo que hace tres décadas era impensable. Por tanto: Además de este elemento puramente físico, en la determinación del valor del trabajo entra el nivel de vida tradicional en cada país. No se trata solamente de la vida física, sino de la satisfacción de ciertas necesidades, que brotan de las condiciones sociales en que viven y se educan los hombres. El nivel de vida inglés podría descender hasta el grado del irlandés, y el nivel de vida de un campesino alemán hasta el de un campesino livonio. La importancia del papel que a este respecto desempeñan la tradición histórica y la costumbre social, puede verse en el libro de Mr. Thornton sobre la «Superpoblación», donde se demuestra que en distintas regiones agrícolas de Inglaterra los jornales medios siguen todavía hoy siendo distintos, según las condiciones más o menos favorables en que esas regiones se redimieron de la servidumbre. Este elemento histórico o social que entra en el valor del trabajo puede dilatarse o contraerse, e incluso extinguirse del todo, de tal modo que sólo quede en pie el límite físico.10.

El precio del valor de la fuerza de trabajo es el conocido salario. Este fluctúa en el tiempo en función de la situación del mercado capitalista, del desarrollo de las fuerzas productivas y de la correlación de fuerzas entre la burguesía y la clase obrera. Cuanto más fuerte sea el movimiento obrero, estos podrán oponerse con mayor éxito a las rebajas salariales como consecuencia de la crisis económica o con mayor eficacia podrán conseguir incrementos salariales en la época del crecimiento económico, por ejemplo.

De esta manera, es una constante lucha entre el obrero y el burgués por el salario. Es el forcejeo del obrero y obrera por conseguir que le sea pagado el valor de su fuerza de trabajo en mejores o peores condiciones y, por tanto, que le sea arrebataba más o menos plusvalía: “Pues bien; durante las fases de baja de los precios en el mercado y durante las fases de crisis y estancamiento, el obrero, si es que no se ve arrojado a la calle, puede estar seguro de ver rebajado su salario. Para que no le defrauden, el obrero debe forcejear con el capitalista, incluso en las fases de baja de los precios en el mercado, para establecer en qué medida se hace necesario rebajar los jornales. Y si, durante la fase de prosperidad, en que el capitalista obtiene ganancias extraordinarias, el obrero no batallase por conseguir que se le suba el salario, no percibiría siquiera, sacando la media de todo el ciclo industrial, su salario medio, o sea, el valor de su trabajo. Sería el colmo de la locura exigir que el obrero, cuyo salario se ve forzosamente afectado por las fases adversas del ciclo, renunciase a verse compensado durante las fases prósperas.”11 Y si el obrero percibe un salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo entonces verá acortada su vida por la miseria imperante, al no poder obtener los productos necesarios que le permitan reproducir su fuerza vital. Se generalizará una peor alimentación, mayores dificultades para mantener la vivienda o pagar los suministros básicos como el agua, la luz y el gas, etc.

Como ya hemos podido ver, la burguesía necesita rebajar los salarios para producir más barato para, de esta manera, poder sobrevivir como tal en la dura competencia entre burgueses a la que les empuja el capitalismo. Tal es la tendencia de este régimen social y, de la misma manera, hace recaer las consecuencias negativas sobre las espaldas de la clase obrera.

El objetivo de los representantes políticos de la burguesía (de los que forman parte el Partido Popular y Ciudadanos) es que la burguesía española y europea pueda competir en las mejores condiciones posibles con respecto al resto con el fin de apoderarse de los mercados internacionales. En este caso, necesitan competir con los BRICS, especialmente con China y Rusia. Pero también con la estadounidense y entre las mismas grandes transnacionales europeas. La reducción salarial ya operada de facto a lo largo de los años de crisis, sumada a la que pretenden aplicar, va a causar un grave deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera en España. Los obreros y obreras van a ver reducido su salario hasta acercarse, o incluso traspasar en muchos casos, al valor mínimo de la fuerza de trabajo. Esto provocará una amplia y profunda carestía de la vida entre los trabajadores y trabajadoras.

Para la burguesía española, la carestía de vida puede causar numerosos problemas sociales, desde la reducción de la esperanza de vida hasta la agitación social, por ejemplo. La compensación salarial se dirige a complementar los bajos salarios que se van a generalizar, a lograr que, al menos, los obreros y obreras lleguen al valor mínimo de su fuerza de trabajo mientras que les son reducidos los salarios para que la burguesía pueda extraerles una mayor plusvalía y así poder competir en mayor grado. No es algo nuevo, lleva practicándose desde hace más de un siglo: “… los honorables colonos ingleses, a los que tratamos con tanta suavidad en una de nuestras sesiones anteriores, redujeron los jornales de los obreros del campo hasta por debajo de aquel mínimo estrictamente físico, completando la diferencia indispensable para asegurar la perpetuación física de la raza mediante las leyes de pobres. Era un método excelente para convertir al obrero asalariado en esclavo, y al orgulloso yeoman de Shakespeare en indigente…”12

El caritativo empresario piensa: “si el Estado proporciona a los obreros una compensación salarial, una ayuda extraordinaria, para que se puedan sostener en el límite del umbral de la pobreza pero aún subsistiendo, ¿acaso tengo la necesidad de proporcionarle una salario igual o superior a ese mínimo? ¿Por qué no reducir los salarios hasta acercarme a ese límite o superarlo y que el Estado les proporcione lo que les falta? Así ya podré competir con menores costes y, por tanto, en mejores condiciones contra mis oponentes en el mercado internacional.”

Y, además, no olvidemos que esa compensación salarial (que se opera sobre el salario directo) sale del Estado, de las arcas públicas. Por tanto, provocará una merma en los recursos económicos de que dispone el Estado para la atención de los diferentes servicios públicos que disfrutan, principalmente, la clase obrera y las demás clases trabajadoras. Esto es el salario indirecto. Y si hay menos dinero en las arcas públicas para atenderlos entonces, de facto, se produce la reducción del salario indirecto. Es un negocio redondo para las cuentas de beneficios de la burguesía, para la apropiación de las riquezas creadas por la clase obrera, que esta propuesta económica tramposa que han puesto sobre la mesa Ciudadanos y el Partido Popular tenga «luz verde».

De la lucha por el salario a la lucha por la supresión de la explotación

Por tanto, la aceptación de la compensación salarial promovida por Ciudadanos y el Partido Popular supondrá la aceptación de la bajada salarial. Así mismo, las propuestas bienintencionadas que realizan los partidos del campo popular provocarán los mismos efectos,  por mucho que su intención sea la de proteger el poder adquisitivo y un nivel de vida mínimo.

En este caso, ¿qué debemos hacer?

En primer lugar, la protección del poder adquisitivo y del nivel de vida debe lograrse mediante la defensa del salario. Esto es, resistir cualquier tentativa de bajada salarial con el fin de rebajar el valor de la fuerza de trabajo obrera. Como ya hemos explicado más arriba, la competencia, la mejora de la productividad y las alzas y bajas del mercado dan pie a la bajada salarial o a la justificación de la lucha por la subida salarial. La clase obrera debe resistirse a que le sea rebajado el salario como consecuencia del aumento de la oferta de fuerza de trabajo, resultado del incremento del paro en los momentos de crisis económica. Y debe reclamar el alza de los salarios en los momentos de crecimiento económico con el fin de reivindicar lo que le corresponde del valor de su fuerza de trabajo, mediante una subida en proporción al incremento del PIB, al aumentar las riquezas creadas por las y los trabajadores, así como la demanda de fuerza de trabajo por parte de los empresarios capitalistas. A esto debe sumarle la reclamación de una subida porcentual superior al PIB para recuperar los niveles salariales anteriores a su depreciación durante la crisis económica. Para mantener el poder adquisitivo en los momentos de elevada inflación de los precios no es suficiente con relacionarlo con el PIB sino que deberemos reclamar que dicha subida salarial sea en proporción al IPC. Estas alzas salariales deben lucharse en los convenios colectivos de sector, en los convenios de empresa y en el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). El SMI debe garantiza un poder adquisitivo mínimo para la reproducción de la fuerza de trabajo de los obreros y obreras, es decir, las necesidades básicas del trabajador. La actual cuantía ni de lejos lo permite, sino que hunde en los niveles de pobreza a numerosas familias trabajadoras.

A pesar de la urgente necesidad que tiene la burguesía para implantar medidas políticas efectivas que provoquen esa rebaja salarial, la actual parálisis gubernamental, debida a la incapacidad para formar gobierno y la repetición de las elecciones, está jugando a favor de los intereses de los obreros. Esta situación les impide aplicar tales medidas. Pero este período no es infinito y debemos aprovecharlo. Es un tiempo ganado, con el que no contábamos, debe servir para reorganizar unas fuerzas obreras desmovilizadas por la aparente recuperación económica general y la campaña del miedo mediática de la oligarquía así como por las ilusiones electoralistas fomentadas por los partidos reformistas del campo popular (Podemos e IU). La clase obrera debe recuperar la movilización general en los centros de trabajo y en la calle mediante los sindicatos con el fin de lograr arrancar las reivindicaciones a la burguesía y a sus gobiernos.

No obstante, esta lucha sindical por el salario solo trata de resolver que el trabajador cobre el valor de su fuerza de trabajo, pero no resuelve el problema de raíz. El problema por el que los capitalistas se apropian de las riquezas creadas por los obreros y las obreras a cambio de un salario. El problema por el que los capitalistas se enriquecen a costa de explotar el trabajo asalariado. El problema por el que los capitalistas, una y otra vez, tratarán de minar la fuerza de los obreros y obreras organizados para la resistencia. Minar esa fuerza para lograr volver a la tendencia de la bajada salarial. Ello traerá a la clase obrera unos períodos cada vez más fuertes y alargados de pobreza. Porque la reducción de los costes de producción mediante la bajada salarial, entre otros, es una necesidad fundamental de los capitalistas para sobrevivir como tales en su competencia a vida o muerte.

Así pues, es necesario acabar con el sistema de explotación asalariada y competencia capitalista, basada en la propiedad privada, para establecer un sistema de cooperación entre individuos de la sociedad y planificación económica, basada en la propiedad social de los medios de producción. Un sistema que ponga todas las riquezas creadas al servicio del progreso colectivo y el bienestar social frente al enriquecimiento individual de la burguesía. Es decir, debemos luchar por el sistema político y de producción que responde a los intereses de la clase obrera, debemos luchar por el socialismo.

Referencias

1 http://www.ccoo.es/cms/g/public/o/8/o59349.pdf

2 La competencia capitalista tiende hacia el monopolio. No nos detendremos en este concepto dado que debe ser objeto de un artículo a parte por su magnitud y entidad.

3 Circular para la negociación colectiva 2013. CEOE. http://www.asintra.org/prensa/Cirlab19(13)bis.pdf

4 Circular para la negociación colectiva 2015. CEOE. http://contenidos.ceoe.es/resources/image/cnc_2015.pdf

5 http://www.eldiario.es/economia/Inditex-ventas-beneficios-sueldo-presidente_0_492750907.html

6 http://www.publico.es/espana/plantilla-inditex-rebela-condiciones-laborales.html

7 K. Marx. Salario, precio y ganancia. Apartado XIII Casos principales por la subida de salarios o contra su reducción.

8 Estos artículos no solo abarcan el alimento, la vivienda y otros productos indispensables para el propio trabajador y la reproducción de su fuerza de trabajo sino que también abarca los indispensables para su reproducción a futuro, mediante la manutención de sus hijos, y la cobertura de otras necesidades sociales del lugar donde vive y del momento, relativas al ocio, la cultura, etc.

9 Karl Marx. Salario, precio y ganancia. Apartado XIV La lucha entre el capital y el trabajo y sus límites.

10 Ibídem.

11 Karl Marx. Salario, precio y ganancia. Apartado XIII Casos principales por la subida de salarios o contra su reducción.

12 Karl Marx. Salario, precio y ganancia. Apartado XIV La lucha entre el capital y el trabajo y sus límites.