En nuestra pasada conferencia de octubre conseguimos determinar con mayor claridad nuestras tareas actuales: formarnos sólidamente en el marxismo-leninismo, lanzar una planificada actividad propagandística y agitativa y editar un periódico comunista que se convierta en el vehículo principal entre el Partido y las masas obreras. Ahora bien, desplegar una intensa actividad política que engarce los problemas actuales de la lucha de clases con los problemas de la revolución socialista supone lograr convertirnos en un partido capaz de analizar con justeza la realidad material que nos rodea y saber qué tecla tocar en cada momento para ir avanzando. Así pues, hemos de saber qué tecla tocar en cada momento. Nuestro último pleno del Comité Central ha resuelto que uno de los elemento discursivo que nos ha de permitir precisamente cumplir con la tarea de comenzar a difundir las ideas revolucionarias en su medio de clase es: el trabajo.
1. La relación entre nuestras tareas y las del movimiento obrero espontáneo
Nuestro Partido ha asumido la tarea general del Movimiento Comunista, es decir, conseguir la fusión del socialismo científico con las masas obreras para que éstas, armadas con la ideología revolucionaria que expresa sus intereses generales, supere el estadio social que conocemos como capitalismo y permita a la humanidad dar un nuevo salto a través de la construcción del socialismo, como fase preparatoria e inmadura de la sociedad sin clases, del comunismo completo.
La clase obrera es -por sus condiciones objetivas- la única capacitada para resolver la lucha de clases del lado de los explotados. El lugar que ocupa dentro la economía capitalista la coloca en el centro de la producción de riquezas; la clase obrera es la que «mueve el mundo», el fuelle de la sociedad. Aumenta cada año, trabaja colectivamente y está cada vez mejor preparada: es la clase más progresista y la que ha de seguir empujando la historia. Sin embargo, la clase burguesa es la dueña de los medios de producción y ha implantado un régimen social que tiene como misión principal salvaguardar los intereses de una minoría de la sociedad cada vez más pequeña y parasitaria. La falsa idea de que gracias a los empresarios y banqueros «las cosas funcionan» se vuelve insostenible. Ellos ni fabrican, ni cosen, ni reparten, ni cultivan; sino que se dedican a invertir aquí y allá en función únicamente del margen de beneficio, de la posibilidad de agrandar sus ya desmedidas ganancias.
¿Cómo se enriquecen principalmente los capitalistas? Marx y Engels nos enseñan que, por regla general, la clase propietaria consigue su ganancia sin necesidad de «inflar» los precios, poseer cuentas en paraísos fiscales o siendo «hachas» en bolsa, sino a través de explotar la fuerza de trabajo de la clase obrera. Gracias a la extracción de plusvalía de millones de trabajadoras y trabajadores los capitalistas amasan beneficios por doquier. La propiedad privada sobre los medios de producción les permite ejercer tal apropiación. A cambio de vender la fuerza de trabajo, la clase obrera percibe un salario que, sin querer simplificar demasiado, sirve para reponerse del esfuerzo diario, para que pueda reproducir ésta acción hasta que se agote su capacidad para hacerlo.
No situamos gratuitamente estos elementos generales que forman parte de las bases fundamentales del marxismo. En momentos de crisis del capital, cuando las contradicciones entre las clases muestran con mayor crudeza el antagonismo capital-trabajo, puede percibirse con nitidez cómo los capitalistas para recuperar su tasa de ganancia recortan derechos laborales y empeoran nuestras condiciones de vida y trabajo. Actualmente, las cifras demuestran que la economía española ha retomado el pulso y existe cierto crecimiento (a pesar de que ya hay síntomas de una nueva recesión). ¿Cómo se ha logrado al menos temporalmente reanimar la economía? Principalmente, desangrando a nuestra clase, aumentando el paro forzoso, reduciendo los salarios y las plantillas, subiendo los ritmos de trabajo y alargando la jornada laboral. A la vista queda lo ridículas que resultan las plegarias de quienes pretenden hacer de este sistema «un lugar para todas y todos». La dominación de la burguesía sólo puede permanecer mediante la opresión y la explotación de las y los asalariados. Para perpetuar su orden social harán cuanto haga falta para ello.
Del tiempo de vida que le quede al capitalismo sólo podemos esperar un aumento del sufrimiento de la mayoría obrera y popular, una degradación creciente y constante de nuestras condiciones de existencia. Decíamos en la anterior resolución que no tenemos todo el tiempo del mundo y así es. Y no sólo no lo tenemos, sino que como comunistas nuestra labor principal es proporcionar a la clase potencialmente revolucionara (a la cual pertenecemos la mayoría de militantes) aquellos elementos políticos que le permitan hallar el camino para vencer la resistencia de los explotadores y acabar con su régimen social. Estamos, por tanto, obligados a aprovechar bien el tiempo. Hemos venido concretando que nuestra intervención principal ha de ser entre los sectores más avanzados del movimiento obrero, que por lo general, se encuentran en las fábricas y en los grandes centros de trabajo así como en las organizaciones dedicadas a la lucha económica (sobre todo en los sindicatos). Mediante la agitación y la propaganda hemos de ganar a los elementos más aventajados de la clase para la lucha política revolucionaria a a la vez que hemos también de ser capaces de «tirar» de las y los obreros medios para que superen los límites de las luchas particulares y se interesen por los problemas de la revolución socialista. A pesar de nuestro aun débil vínculo con el movimiento obrero, hemos de iniciar con ímpetu la tarea de dirigirnos a la clase obrera con la intención de esclarecer su conciencia e ir destacando a quienes se muestren más capaces para convertirse en dirigentes revolucionarios. Será así como lograremos un profundo arraigo en el movimiento obrero. Será así como demostraremos que la fusión del socialismo científico con las masas obreras es posible. Será así como evidenciemos a los obreros avanzados que somos un partido capaz de ganar la conciencia de la clase para que tome en sus manos la lucha por el futuro. El prestigio político (el único que ha de importarnos) vendrá de la utilidad real que seamos capaces de tener para la causa revolucionaria. Hemos de confiar en que las masas obreras, a quienes hemos de convencer progresivamente mediante el aprendizaje teórico-práctico de la justeza de esta causa, se convertirán en el rodillo que ponga fin al capitalismo.
El PTD no tiene actualmente la capacidad de ganar a amplias masas obreras para la causa de la revolución y por ello nuestra labor debe concentrarse en aquellos elementos obreros cuyo nivel de conciencia favorezca que pongan en primer plano la necesidad de la revolución socialista y que para ello es necesario que la lucha política sea colocada en el centro de las prioridades. Como decía Marx «la revolución es el acto supremo de la política».
En la conferencia de octubre conseguimos determinar con mayor claridad nuestras tareas actuales: formarnos sólidamente en el marxismo-leninismo, lanzar una planificada actividad propagandística y agitativa y editar un periódico comunista que se convierta en el vehículo principal entre el Partido y las masas obreras. Ahora bien, desplegar una intensa actividad política que engarce los problemas actuales de la lucha de clases con los problemas de la revolución socialista supone lograr convertirnos en un partido capaz de analizar con justeza la realidad material que nos rodea y saber qué tecla tocar en cada momento para ir avanzando. Es posible que nuestra organización actual genere simpatías entre comunistas no sectarios y también entre obreras y obreros que vayan comprendiendo la necesidad de no limitarse al trabajo sindical, pero en general, será nuestra práctica política, nuestras propuestas y reivindicaciones, es decir, la demostración de que el marxismo-leninismo puede abrirse camino entre el polvo del sectarismo y el humo del reformismo lo que hará que vayamos ganando peso y fuerza entre nuestra clase. No será solamente decir lo que hay que hacer sino también hacerlo (y hacerlo bien) lo que hará que el PTD gane prestigio dentro del movimiento obrero y crezca tanto la militancia como la influencia ideológica del partido.
2. Conocer la realidad para un disparo certero
Así pues, hemos de saber qué tecla tocar en cada momento. Nuestro último pleno del Comité Central ha resuelto que uno de los elemento discursivo que nos ha de permitir precisamente cumplir con la tarea de comenzar a difundir las ideas revolucionarias en su medio de clase es: el trabajo.
Decía Engels en su famoso texto El papel del trabajo en la transformación del mono al hombre que el trabajo «es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre». Para que la sociedad humana prosiga su línea ascendente necesita que el timón sea cogido por la clase obrera y destruya todos los diques que los capitalistas han impuesto al desarrollo social para mantener su viejo orden.
Al poner el acento en el trabajo como elemento fundamental para el progreso humano, ponemos a su vez de relieve a la única clase que aun tiene la capacidad de seguir empujándolo. Debemos aprender a concebir la lucha de clases como la relación de todas las clases dentro del modo de producción capitalista (y su desarrollo histórico), para así poder desentrañar el papel histórico de la clase obrera y mostrar las bases objetivas que permiten el tránsito del capitalismo al socialismo.
Si nuestra tarea hemos determinado que ha de empezar por la clase obrera fabril y de los grandes centros, por sus elementos más aventajados y susceptibles de primar la acción política y asumir las ideas socialistas, el desplegar nuestra propaganda y agitación a través del elemento «trabajo» nos puede favorecer a la hora de conectar nuestro discurso con las problemáticas que la lucha de clases nos ha puesto delante en la actualidad. No debemos caer en el error de contemplar el «trabajo» desde una perspectiva economicista, pues si bien la lucha económica/sindical se centra en aspectos de la contradicción capital-trabajo, lo hace desde una concepción limitada a la lucha por vender a mejor precio la fuerza de trabajo de los obreros. Nuestra propuesta va por otros derroteros.
Obviamente, los elementos de lucha económica hemos de tenerlos presentes pues son manifestaciones visibles del antagonismo de clases y nos ligan con las organizaciones sindicales. Sin embargo, ni se trata de hablarle a la clase obrera de lo que ella ya conoce ni tampoco de tener que partir necesariamente de elementos sindicales para exponer nuestras posiciones políticas. Lo que debemos hacer, además de formarnos con solidez en la ciencia comunista, es manejar análisis profundos y científicos de la realidad que pretendemos transformar mediante nuestra acción política y eso es algo que, si desconocemos el medio obrero, sus problemas cotidianos, sus estratos, sus consignas, sus preocupaciones y su nivel de conciencia no podremos ejecutar. Necesitamos ser buenos conocedores del estado actual de las cosas, pues no es posible abonar un campo cuyas circunstancias desconocemos o conocemos exclusivamente mediante ideas generales. Como marxistas-leninistas estamos obligados a saber cuál es el eslabón del que debemos tirar en cada momento, cual es la piedra que nos permitirá poner la siguiente en el camino de la revolución.
La clase obrera está constantemente recibiendo la influencia ideológica de otras clases y, mientras se encuentre carente de su partido y del conocimiento de las ideas socialistas, seguirá expuesta a los diversos discursos que tanto la burguesía como las capas intermedias le hacen llegar. Puesto que la conciencia no se genera de forma espontánea, ni brota por arte de magia, la clase obrera está encerrada en un círculo vicioso donde todas las opciones de cambio quedan restringidas a utópicas promesas de reformar el régimen social capitalista. Necesitamos escoger ideas-fuerza o pilares discursivos que permitan conectar con las masas obreras más aventajadas y esclarecer su conciencia para que entreguen sus mejores energías a la lucha por el socialismo y no a la lucha por conseguir unas mejoras que mientras no detenten el poder siempre estarán sujetas a los intereses de la clase dominante actual. No nos oponemos a la lucha por reformas, sino que éstas cobran verdadero sentido enmarcadas en una estrategia revolucionaria para ir descomponiendo el poder burgués.
Al mismo tiempo, situar el elemento «trabajo» como eje discursivo permite resaltar la contradicción principal de este sistema y despejar la niebla que los representantes de otras clases han introducido dentro del movimiento obrero a este respecto. No es lo mismo organizar a la gente, que organizar a la clase, no es lo mismo conseguir mejoras y paliar los efectos más nocivos del capitalismo que luchar por derribarlo y edificar el socialismo.
3. Avanzar en la lucha, descomponer al enemigo
No obstante, hablar del «trabajo» sigue siendo demasiado amplio. Este elemento está compuesto de múltiples aspectos y tenemos que ir escogiendo aquellos que mejor sirvan al objetivo de prender el comunismo en la conciencia de las masas obreras. Aquellos elementos que permitan dejar en evidencia las barbaridades del régimen social vigente y mostrar con claridad el utopismo de su reforma. Así pues, en general nos guiaremos para seleccionar tales aspectos en base a:
*Que sea un elemento sangrante en relación a las condiciones de vida y trabajo de la clase.
*Que la clase obrera y sus organizaciones puedan presionar en este sentido (o ya se encuentren haciéndolo).
*Que se dirija contra las debilidades del enemigo.
*Que permita al marxismo recobrar entre las masas obreras su prestigio.
Tras esta evaluación, tendremos que enarbolar el conjunto de medidas y propuestas que como PTD estamos en condiciones de ofrecer a la clase y definir los aspectos teóricos que creemos serán más eficaces para elevar la conciencia de las masas obreras y acercarlas al Partido, así como estudiar y conocer las medidas que los capitalistas pretenden llevar a cabo (conocer las intenciones del enemigo y la propias). Para realizar dicha selección será importante consultar a los obreros más aventajados con los que actualmente tenemos contacto para afinar el golpe. Sin lazos con la clase, esta tarea no será posible.
Hemos optado por trabajar con prioridad «la degradación de las condiciones laborales» entendiendo que este aspecto nos permite abrir brecha en el movimeinto obrer y desplegar una actividad tanto propagandística como agitativa. En nuestros diversos materiales podremos explicar las leyes objetivas del capitalismo, el capital monopolista, las crisis, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, por qué existen las condiciones objetivas para pasar a la sociedad socialista, el papel revolucionario de la clase obrera, la importancia de la industria, la extracción de plusvalía, los cambios en la organización del trabajo, los cierres patronales, el papel del ejército industrial de reserva, el salario, etc. Del mismo modo, hemos de ser capaces de enlazar esta temática (trabajo) con elementos políticos de primer orden tales como luchar por la república democrática (programa mínimo) y el socialismo (programa máximo) y denunciar a los organismos imperialistas internacionales que la clase burguesa utiliza para extender su dominación en todo el globo.
Acudiendo de nuevo a la obra ya cita de Engels aprendemos que «hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente. Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. (…) Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad -por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada- pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta» [1].
En resumen, podemos decir que el elemento «trabajo» nos permite tanto explicar por qué es necesaria la toma del poder por parte de la clase obrera como desarrollar campañas que organicen a la clase para hacer cuanto sea necesario para defender y recuperar sus conquistas (aunque para garantizar tal cosa tengan que obrar la revolución). La degradación de las condiciones laborales es la preocupación principal de nuestra clase, tanto desde la óptica del paro forzoso como del aumento de la explotación de la fuerza de trabajo. Se plasma de maneras tan grotescas como el aumento de la siniestralidad laboral, el ser pobre a pesar de estar empleado o la aprobación de leyes y reformas laborales que formalizan legalmente la ofensiva del capital.
Escoger esta «temática» nos ubica en unas coordenadas donde tendremos la posibilidad de conectar con las masas obreras. Pero también estaremos asediados por el peligro de escurrirnos hasta el sindicalismo y la hostilidad de las otras corrientes que actúan dentro del movimiento obrero y con las que actualmente tenemos mucho terreno que recuperar hasta conseguir volver a prestigiar el marxismo y convencer de la absoluta vigencia de las ideas que fueron el motor de las grandes revoluciones del siglo XX.
NOTA
[1] Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre.