Casi dos semanas después de la agresión a la República Árabe Siria, la administración estadounidense amenaza con “repetir” la jugada contra la República Popular Democrática de Corea. Todo ello tras otro alarde imperialista con el lanzamiento de la mal llamada “madre de todas las bombas” en Afganistán, con la excusa del combate contra el autodenominado Estado Islámico. Se ha dicho que estos alardes imperialistas han sido avisos de lo que el gobierno estadounidense podría llegar a realizar respecto al programa nuclear norcoreano. En cualquier caso la flota estadounidense se está desplegando frente a la Península de Corea en una escalada de tensión sin precedentes en los últimos años.

La administración Trump alega una supuesta legítima defensa, aduciendo que el gobierno norcoreano estaría desarrollando misiles balísticos con capacidad para alcanzar territorio estadounidense y en los que se podrían instalar cabezas nucleares. Sin embargo, conviene recordar que el ejército estadounidense ha sido el único hasta ahora en la historia en haber utilizado armas nucleares, además contra población civil, en Hiroshima y Nagasaki. El argumento de la “amenaza” norcoreana es poco creíble en este contexto, sobre todo viendo quiénes lo invocan. Los movimientos militares estadounidenses más bien parecen estar determinados por la estrategia ya seguida por los anteriores gobiernos de la Casa Blanca de aumentar la presión sobre China en el Pacífico. El despliegue en Corea del Sur del sistema estadounidense de misiles THAAD, pese al aparente tono cordial de la reunión entre Trump y el presidente chino Xi Jinping, invita a pensar en este sentido. El gobierno chino ya ha protestado contra este despliegue de misiles, afirmando que rompe el equilibrio de fuerzas en la región.

Desde el Partido del Trabajo Democrático reiteramos nuestra condena a los alardes belicistas e imperialistas de la administración estadounidense. Nuevamente nos vemos en la obligación de recordar que las intervenciones y guerras imperialistas, aun cuando sean bajo pretextos “humanitarios”, ni evitan masacres ni traen la paz. Asimismo, consideramos que cualquier pacificación de la Península de Corea pasa por la retirada de las tropas estadounidenses de la región (pues son las únicas que quedan) y por que se permita a las dos Coreas reunificarse sin injerencias extranjeras.