Este 26 de julio la Revolución Cubana afronta su 64º aniversario en un contexto internacional lleno de dificultades. América Latina está en plena ola reaccionaria que, con el apoyo del imperialismo estadounidense, está tratando de remover a los gobiernos progresistas de la región, cosa que ya ha logrado en un país tan importante como Brasil y trata desesperadamente de lograr en otro país no menos importante como es Venezuela. Además, la nueva administración estadounidense con Trump a la cabeza trata de revertir la política de normalización diplomática entre Cuba y Estados Unidos. Ante el creciente debilitamiento de su hegemonía global el imperialismo estadounidense necesita recuperar el control sobre su tradicional “patio trasero”, especialmente de los recursos naturales que se encuentran en él.
Esta ofensiva está teniendo como pretexto la “lucha por la democracia” y contra las “dictaduras de izquierda”. Estos son los términos ya empleados tanto por los diputados golpistas que removieron ilegalmente de su cargo a Dilma Roussef en Brasil como por las organizaciones antichavistas venezolanas, atrincheradas en torno a una Asamblea Nacional en desacato al orden constitucional del país[1]. Este mantra es apoyado y promovido por los medios de comunicación capitalistas occidentales, especialmente en nuestro país, a fin de predisponer a la opinión pública a favor de medidas de presión o incluso intervención extranjera contra los gobiernos progresistas latinoamericanos.
Cuba no es para nada ajena a todo esto. La reciente muerte del camarada Fidel Castro sirvió de pretexto para redoblar la ofensiva mediática en torno a la “dictadura cubana”. “Promover la democracia en Cuba” o, de un modo más aparentemente amable, “favorecer la transición en Cuba” fueron varias de las expresiones que se repitieron hasta la saciedad. Sin embargo, hablar de democracia en general no es más que un lugar común que puede significar todo y nada a la vez. En Europa y en España ya sabemos lo que significa esta democracia que los capitalistas dicen promover. Como ejemplos de esta democracia capitalista podríamos citar:
- la sumisión del pueblo griego, pese a haber votado masivamente contra la política de austeridad, a través del mecanismo de la deuda;
- las reformas laborales que minan los derechos de los trabajadores acompañadas con “leyes mordaza” que facilitan la represión de las protestas;
- la prohibición del referéndum de autodeterminación, pese a que éste es respaldado por la mayoría de catalanes, sean o no independentistas.
También en América Latina países como Argentina o Brasil están conociendo en términos similares lo que significa la “recuperación de la democracia” y ello a pesar de que en esos casos no se trataba de gobiernos socialistas, sino de capitalistas que buscaban una gestión algo menos dependiente del capital extranjero
Sin embargo, el tipo de democracia socialista establecido por la Revolución Cubana tiene un concepto diferente. Mientras en España las reformas laborales nos son impuestas a los trabajadores, en Cuba las reformas que se están implementado son fruto de un largo proceso de consultas en asambleas de trabajadores en los centros de trabajo y asambleas populares en los barrios. Incluso varias de las reformas programadas proceden de reclamas realizadas en este proceso de consulta popular. Pero no es sólo una cuestión de procedimiento, sino también de contenido. Mientras en España, con más de un 20% de desempleo, se cambió la legislación laboral para facilitar el despido, en Cuba el Estado entrega en usufructo tierras ociosas a trabajadores para que las cultiven y contribuyan a incrementar la producción nacional de alimentos, además de encontrar una nueva ocupación. Muchas de estas tierras pertenecían antes de la Revolución a ricos terratenientes y multinacionales extranjeras y fueron expropiadas por la fuerza durante la reforma agraria impulsada por el gobierno revolucionario. Así, se recuperaron para el pueblo cubano recursos cuyos beneficios iban a parar a los bolsillos de unos pocos oligarcas en la isla y de unas corporaciones extranjeras que se los llevaban fuera del país. Ésta es la “dictadura comunista” por la que tanto ponen el grito en el cielo los capitalistas americanos y europeos.
Desde el Partido del Trabajo Democrático este 26 de julio mostramos un año más nuestra solidaridad con la Revolución Cubana en su 64º aniversario. Denunciamos también que la ola reaccionaria que recorre América Latina no tiene nada que ver con la “recuperación de la democracia”, sino más bien con la recuperación de las posiciones perdidas por las oligarquías locales y las multinacionales extranjeras. Confiamos también en que el pueblo trabajador cubano y a su Partido Comunista permanecerán firmes pese a las adversidades de esta situación internacional.
¡Siempre 26!
¡Viva la Revolución Cubana!
Notas
[1] Aparte de juramentar en su cargo a diputados elegidos fraudulentamente, la Asamblea Nacional controlada por la oposición ha tratado de realizar un impeachment o destitución del presidente Nicolás Maduro que no está previsto en la constitución venezolana.