Ante la detención el lunes de madrugada de un grupo de personas vinculadas a los movimientos nacionalistas catalanes, acusados de estar preparando una serie de atentados con ocasión del aniversario del 1 de octubre, y a la espera de que haya más información sobre el asunto, desde el PTD manifestamos que:
1) En el contexto político actual, y con la crisis política e institucional que vivimos en España, las afirmaciones de los organismos del Estado responsables en materia de seguridad y defensa, el Ministerio del Interior y la Fiscalía de la Audiencia Nacional, deben ser tomados con suma cautela, y en ningún caso dadas por ciertas sin corroboración independiente.
El reciente caso de la intervención de las cloacas del Estado contra destacados miembros de UP deberían servir de alerta en esta cuestión.
2) La misma crisis política e institucional, que también se está desarrollando en Cataluña en el seno del movimiento en torno al «procés», y la frustración que se puede adueñar de ciertos sectores del mismo ante su fracaso, pueden dar lugar a acciones por parte de elementos pequeñoburgueses incontrolados en el seno de este movimiento. Es una reacción perfectamente posible que no debería sorprender.
Las organizaciones políticas y sociales del campo popular deben tomar precauciones con respecto a estos elementos descontrolados y no permitir que impongan su agenda.
3) No obstante, existe un tendencia clara por parte de las instituciones del Estado y sectores dentro de ellas, a radicalizar y aumentar las políticas represivas, los montajes y la utilización de la “guerra legal” (lawfare) contra expresiones democráticas legítimas.
Es razonable y prudente prepararse para esto y hacer esfuerzos por ampliar y reforzar la lucha por medidas que amplíen la democracia y los derechos civiles en nuestro país, implicando en ello a las organizaciones obreras y los sindicatos, pues son las únicas organizaciones que tienen una base social lo suficientemente amplia para construir un contrapoder efectivo.
4) Seguimos reiterando que los mantras y mitos sobre un supuesto carácter progresista de la «ruptura democrática» de las regiones españolas más ricas, muy populares en la izquierda desde la transición, deben ser revisados a fondo y sometidos a crítica. La situación de la clase trabajadora catalana no va a mejorar, ni las perspectivas de construcción de una sociedad socialista serán mayores por el hecho de hacer una pretendida separación de España “por la izquierda”.
La salida a la situación en Cataluña, al igual que en toda España y en la Unión Europea, pasa por construir un contrapoder obrero a escala española y europea, fuertemente coordinado y organizado en torno a un programa político basado en la solidaridad y los derechos e intereses de la clase trabajadora, que haga frente a las multinacionales, la banca y los partidos que las representan en Bruselas, Madrid y Barcelona.