- UP mantiene el tipo en un contexto muy complicado en el que ha sido blanco de operaciones mediáticas y políticas para debilitarles:
- a.La reactivación de la Guerra de las Banderas entre el nacionalismo español y el catalán.
- b.La Guerra por el Relato entre PSOE y UP en los meses que han transcurrido entre el 28A y el 10N.
2. A esto se suma la escisión por la derecha de la parte más moderada de UP: Más País. Lo cual es un síntoma de la descomposición del proyecto original de Podemos y su cambio a un proyecto con características diferentes.
UP ha resistido a todo esto con una pérdida de solo 7 diputados. Sumando los votos de Más País, UP mantiene su apoyo electoral en votos. Y se mantiene por encima de VOX. Esto nos lleva a pensar que la base social de UP está consolidada y es un voto consciente que tiene claro dónde está la línea de trincheras en la lucha política en España.
3. El ascenso fulgurante de VOX, que es la gran novedad de estas elecciones, debe ser relativizado. VOX obtiene menos votos que la suma de UP y Más País, pero obtiene bastantes más diputados por efecto de la ley electoral. Extrae buena parte de sus apoyos en la España Interior y se beneficia del conservadurismo sociológico de estas zonas y también claramente de la Guerra de las Banderas. También se observa un incremento de su apoyo en municipios de rentas bajas, lo cual debe ser tenido en cuenta.
4. Ciudadanos cae fulminado por sus propios errores y por no haber prestado apoyo a tiempo a un gobierno del PSOE. Este desplante a las demandas del IBEX, la CEOE y la Comisión Europea, no ha sido perdonada y el partido de Rivera ha sido ninguneado en la campaña por los medios de comunicación, que le han negado el agua y el pan. Y en la disputa entre los partidos de la derecha por capitalizar la Guerra de las Banderas ha perdido claramente ante VOX.
5. El PSOE fracasa en su intentona de debilitar profundamente a UP para conseguir gobernar en solitario y aplicar la agenda de los que mandan en este país (IBEX, CEOE y Comisión Europea). Ahora se encuentra en una complejísima situación en la que ninguna de las posibilidades le van a permitir salir indemne.
Las posibilidades de acuerdo que tiene el PSOE son dos, ambas muy complejas y dudosas:
- La Gran Coalición entre el PP y el PSOE para aplicar las políticas estratégicas que el IBEX, la CEOE y la Comisión Europea están exigiendo. Esta fórmula haría que el peso del desgaste por aplicar medidas anti-populares caiga sobre un PSOE que depende de seguir mostrándose ante su base social como un partido obrero, de izquierdas. Se enfrentaría a un proceso de pasokización como les pasó a los social-liberales griegos, o más recientemente los alemanes. Para el PP también sería complicado participar en este gobierno. Una posibilidad es un apoyo del PP en la sombra mediante abstenciones y apoyos selectivos.
- La otra posibilidad es un Gobierno del PSOE con apoyo activo o pasivo de UP, PNV y ERC. Aquí la complejidad radica entre la incompatibilidad de programas entre PSOE y UP, que obligaría a uno de ellos a renunciar a parte de su programa. Así, o bien el PSOE renuncia a su programa oculto neoliberal, o bien UP traiciona su programa democrático. Ese es el dilema que hace muy compleja la posibilidad de un fórmula de gobierno semejante, y mucho más complicada aún la estabilidad de un gobierno de estas características.
Desde el ámbito de la izquierda no neoliberal, y también desde los sindicatos se están haciendo llamamientos a la formación de un gobierno de la segunda opción. PSOE con apoyos o formación de gobierno con UP, y con apoyos de PNV, ERC y otras fuerzas menores.
Lo que hay que entender es que un gobierno de estas características es pedirle al PSOE que haga algo que va en contra de su naturaleza política y de los intereses de clase que defiende: los de los superricos.
Conclusiones política y prácticas:
Formación de gobierno
En lo inmediato debemos exigir un gobierno amplio de la izquierda basado en la eliminación de la agenda de los elementos estratégicos que los superricos necesitan impulsar: Nueva reforma laboral y Mochila austríaca principalmente, unido a más recortes en los servicios públicos.
El PSOE o bien no va a aceptar esto, o bien lo acepta formalmente pero intentará romper el pacto más adelante. UP y las fuerzas populares debemos prepararnos por la batalla política que se va a dar en ese momento de ruptura, de forma que se desenmascare al PSOE ante su base social.
Eliminar al PSOE como “partido de izquierdas” en el imaginario popular español, y muy especialmente en los sindicatos, es una necesidad política de primer orden, y podemos aprovechar esta coyuntura para avanzar en esta tarea.
Ultraderecha
Ante el auge de la ultraderecha, el neorracismo y las posiciones reaccionarias hay dos elementos que deben ser replanteados:
La línea discursiva sobre la inmigración, el racismo y la xenofobia debe ser modificada en términos de clase, señalando los intereses comunes de todos los trabajadores y trabajadoras y la necesidad de incorporar a los trabajadores extranjeros en un frente común con los trabajadores españoles.
En términos de feminismo y emancipación de la mujer, la idea subyacente es la misma: unificar a la clase, no dividir ni fragmentar, y esto se hace incorporando a la lucha y, expandiendo la solidaridad y los intereses comunes entre hombres y mujeres de clase obrera. Viendo a las mujeres como una parte de la clase obrera, no como algo aparte de la clase obrera.
Los sindicatos deben jugar un papel central a la hora de impulsar políticas que unifiquen a la clase obrera y eso pasa necesariamente por integrar a los inmigrantes y a las mujeres, en su sentido más amplio, a la lucha.
Táctica y estrategia
Paralelamente, los resultados de los últimos procesos electorales vuelven a sembrar dudas sobre la validez de la táctica de “primacía de lo electoral” que es hegemónica en la izquierda. Da la impresión de que la vía exclusivamente parlamentaria se cierra cada vez más, a medida que el sistema se recompone apoyándose en su pata derecha más reaccionaria.
Es necesario abrir un debate estratégico en la izquierda sobre las posibilidades de poner en marcha una táctica de poder dual, con apoyo en un poder social fuerte y organizado fuera de las instituciones cuya pieza central deben ser los sindicatos de masas. Esto implica un cambio cultural muy difícil, pero posible, en la dirección política y los cuadros de los partidos y organizaciones del campo popular.