Ante la grave crisis sanitaria que estamos viviendo queremos manifestar nuestra preocupación por la tardanza en aplicar medidas más firmes y ambiciosas de cuarentena, que incluyan la paralización de todas las actividades productivas y de servicios no esenciales.

Hoy cientos de miles de personas han tenido que acudir como cualquier otro día a sus trabajos, han usado las redes de transporte público, han compartido espacios con sus compañeros en las empresas y volverán a casa con sus familias al finalizar los turnos.

Se da la paradoja de que muchas de estas empresas realizan actividades no esenciales para el mantenimiento de los servicios y la producción mínimos para soportar la cuarentena.

Desde muchas empresas, los sindicatos, han expresado su preocupación por esta situación, y han reclamado la paralización de la actividad no esencial y medidas que garanticen su seguridad en el trabajo. La respuesta por parte de los empresarios ha sido desigual e insatisfactoria.

Es una imprudencia que el mantenimiento de la actividad quede a criterio de los empresarios. Es responsabilidad del Gobierno de España, en aplicación de los poderes emanados del Decreto de Estado de Alarma, el desactivar las actividades no esenciales y tomar el control operativo de las que sí lo sean, organizando y coordinando así la producción. Así como desarrollar las medidas sociales contempladas en los últimos días y profundizarlas para asegurar que nadie se queda atrás en materia social: alquileres, prestaciones y acceso a servicios y suministros básicos.

La emergencia sanitaria y también humanitaria que estamos sufriendo será más corta y tendrá un menor impacto, cuanto más reforcemos la cuarentena. Debemos parar todo lo no esencial, para detener la expansión de virus, y reducir así la presión sobre la red hospitalaria. Esto reducirá a su vez el número de fallecidos y casos graves.

Pero el aspecto económico también es un poderoso argumento a favor del cierre total de las actividades no esenciales. Según diversos cálculos1, cada semana de cuarentena y disrupción de la producción (en nuestro país y en las cadenas suministro globales) arroja una reducción del 2% en el PIB anual de nuestro país. Cuanto antes nos libremos de la epidemia, antes podremos poner a funcionar la economía. Sobre qué bases vamos a reconstruir el país es otro debate diferente.

Parar hoy, para reconstruir mañana.

  1. Una crisis profunda, pero con una persistencia evitable. Rafael Doménech. El Confidencial. 18 de marzo de 2020. https://www.bbvaresearch.com/publicaciones/una-crisis-profunda-pero-con-una-persistencia-evitable/