1.- La apabullante subida de la luz, coincidiendo con el temporal “Filomena”, ha afectado de manera muy negativa a amplios sectores de la gente trabajadora, es especial a los grupos más vulnerables.
Lo que está ocurriendo en la Cañada Real (donde ya hemos de lamentar un fallecido) es, posiblemente, la muestra más despiadada de lo que supone anteponer los beneficios a las personas y dejar en manos privadas servicios esenciales.
2.- Que esta subida salvaje se haya producido bajo el Gobierno de coalición formado por el PSOE y Unidas Podemos, ha generado nuevas tensiones entre ambos socios, por las discrepancias que existen a la hora de qué medidas son prioritarias del programa de gobierno.
En este sentido, ya durante la campaña electoral, los morados abogaban por la creación de una empresa pública de energía que, según su programa, se ocuparía “de implementar una factura de la luz más baja y de garantizar que nadie sufra pobreza energética». Tal iniciativa actuaría (hasta cierto punto) sobre la raíz del problema: el oligopolio privado sobre un suministro básico para la población.
Por el contrario, el Partido Socialista, no comparte un horizonte que suponga la intervención estatal del mercado eléctrico. Apuesta por un avance tranquilo en materia de Transición Energética y la implementación de algunas medidas paliativas, reservando para la iniciativa privada el papel protagonista.
3.- Como no podía ser de otra manera, la derecha política y mediática, no ha tardado en abalanzarse sobre el Gobierno de España, como si les importase lo más mínimo que las familias trabajadores y humildes tengamos cubiertas nuestras necesidades fundamentales. Toda ocasión es buena para hostigar y desgastar a una coalición en la que Unidas Podemos pueda actuar como elemento díscolo y que pueda oponer resistencia a los dictados e intereses de las élites.
4.- Estos hechos ponen de manifiesto que la aplicación de un programa de gobierno a favor de las grandes mayoría sociales, cuando el partido mayoritario de la coalición (PSOE) tiene poderosos vínculos históricos con los grandes propietarios de empresas, como en el caso de las energéticas, es un pulso que Unidas Podemos tiene muy complicado ganar. Especialmente si su capacidad de presión se basa únicamente en su peso electoral y la alta capacidad de sus dirigentes para la táctica y la comunicación política.
5.- Reconociendo el papel clave jugado por los miembros de UP en el Consejo de Ministros en la consecución de medidas sociales, condensadas la mayoría en el denominado “escudo social” frente a las graves consecuencias de la pandemia, consideramos que, para vencer la presiones e intereses de las grandes empresas y grupos de poder, es necesario combinar la presión dentro del Gobierno y las instituciones, con la presión social organizada y sostenida en el tiempo fuera de las mismas.
Este cambio de táctica, es uno de los debes de la izquierda alternativa en España, pero es una condición necesaria para generar fuerza social suficiente y así poder decantar las discrepancias y choques en las instituciones y la arena parlamentaria del lado de la mayoría social trabajadora.
En esta táctica, al movimiento sindical le corresponde un papel protagonista y vertebrador de la presión social, desde los tajos hasta los barrios. Los sindicatos pueden, y deben, recuperar un rol como actores sociales determinantes en la lucha de clases y la Mesa Diálogo no ha de ser el único campo de disputa. Si bien los ERTEs han supuesto un respiro momentáneo, la posibilidad de una destrucción masiva de empleo y desinversiones generalizadas del capital privado es un peligro real y latente.
Retos como empujar la subida progresiva del SMI, la ampliación del escudo frente al COVID-19 y el blindaje del tejido público para evitar que se repita lo ocurrido en 2020, parece requerir una relación más orgánica, más profunda y menos formal de la izquierda política que UP encabeza y las organizaciones de trabajadores y movimientos populares.
En definitiva, lo que la experiencia de este año de Gobierno de Coalición en tan difíciles condiciones nos está enseñando es que no basta con 35 diputados ni, ante ciertas batallas contra intereses muy poderosos, bastaría con una mayoría absoluta. Para infligir derrotas estratégicas al Gran Capital, es necesario que los miles de militantes, activistas y simpatizantes de la izquierda política, trabajemos para conseguir una mayor musculatura y estructuración de la Sociedad Civil y sus organizaciones integrantes (como los sindicatos y el movimiento barrial especialmente) de cara a aumentar la capacidad de presión estructural sobre el PSOE, el capital, aislar a la derecha neoliberal y la ultraderecha, y estimular el pulso de la lucha social.