La batalla de Madrid se ha saldado con la victoria incontestable de Isabel Díaz Ayuso. Con una participación altísima (más del 76%) ha logrado hacerse con el 44.73% de los votos y 65 escaños de los 136 en disputa. Ahí es nada. A destacar la desaparición de Ciudadanos, para quienes cada comicio se ha convertido en un suplicio. Ya pueden ir abriendo en el Partido Popular las puertas de par en par, para recibirles con el rabo entre las piernas. Por su parte, VOX ha subido cerca de 43 mil votos y un escaño, consolidándose como cuarto partido en Madrid.
En el otro lado del cuadrilátero, el batacazo electoral del PSOE también es de campeonato. Del bloque alternativo a Ayuso, Gabilondo ha sido el gran perdedor, bajando hasta 13 escaños y dejándose la friolera de 274 mil votos por el camino. Más Madrid, con 139 mil nuevos votos, ha logrado sorpassarlo y Mónica García es la nueva líder de la oposición madrileña. Aunque para ser justos, había actuado como tal durante los dos años previos de legislatura. En lo relativo a Unidas Podemos, los resultados le permiten no solo mantener la representación, sino aumentarla en tres diputados, al hacerse con más de 80 mil votos que en las elecciones de 2019. La dimisión de Pablo Iglesias de todas sus responsabilidades políticas, puede ensombrecer los resultados, pero lo cierto es que salvo el PSOE, el resto de candidaturas opositoras a Ayuso, han conseguido mejorar sus resultados.
Desde nuestra organización queremos compartir algunas notas al respecto de lo ocurrido, evitando caer en simplismos y posiciones unilaterales.
1) La notable hegemonía electoral de Ayuso se debe, principalmente, al hartazgo general de la gente con la situación provocada por la pandemia y las medidas para contenerla. El concepto “libertad” de Ayuso, ha colocado su candidatura al frente de todo ese malestar por la agotadora vida que tenemos actualmente.
Muchas personas, especialmente entre las clases trabajadoras, ven en la vuelta a la normalidad la única manera para salir de situaciones cada vez más dramáticas. La supervivencia empuja más que cualquier otra cosa. No son Cayetanos, ni millonarios, (para quienes la libertad ya sabemos que se traduce en hacer y deshacer a su antojo), sino gente corriente a la que la pandemia le ha hecho saltar su vida por los aires y se aferran a lo que sea, incluso a Ayuso, para pensar que pueden salir adelante si se recupera cierta normalidad.
Sin embargo, el hartazgo general de la gente, no es un factor aislado y espontáneo. No solo tiene que ver con las condiciones objetivas en las que llevamos todo este año, sino también con la gestión concreta de la pandemia y la percepción subjetiva de la gente de esa gestión. En este sentido, y en nuestra opinión como partido, queremos indicar que, la política de comunicación del Gobierno de España sobre las restricciones ha sido muy discutible, así como de las medidas que se han tomado (económicas, sociales y en materia de salud pública), ha dejado mucho que desear y pecado en ocasiones de falta de congruencia, dando demasiado espacio a la propaganda de la derecha y los lobbies empresariales.
Las democracias liberales de hoy -como España- tienen grandes limitaciones estructurales para impulsar medidas eficaces contra la pandemia y su impacto económico: por poner ejemplos, burocracia, debilidad del poder central, cabildeo de grupos de presión, hegemonía de los medios de comunicación privados, etc… Pero incluso teniendo esto en consideración, debemos señalar que se ha fracasado en la batalla de ideas general sobre la narrativa de la crisis, se ha comunicado mal el porqué de las cosas y lo positivo de las medidas tomadas (el caso de los ERTEs es paradigmático de esto). Y añadimos sin lugar a dudas que el principal responsable político de esto es el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el PSOE.
2) Apelar a “la mayoría”, no tiene por qué revertir en un incremento exponencial del voto de izquierdas. Esto ha quedado plenamente demostrado. Para recibir el apoyo de grandes mayorías, has de contar con la capacidad para activarlas y ganarlas hacia tus posiciones.
Y eso requiere, al menos, dos cosas. Por un lado, conocer en profundidad los problemas y la psicología del sustrato social al que apelas y, por otro, contar con unas organizaciones de la sociedad civil que tengan la capacidad de promover en los centros de trabajo, en los barrios, a pie de calle, tus propuestas programáticas y tus compromisos con la gente. Sin embargo, la sociedad civil en España está como está. Las grandes organizaciones, siendo los sindicatos la piedra angular, tienen grandes problemas estructurales para poder cumplir una función que antaño realizaban con suficiencia.
Apelar a la mayoría, apelar a un espacio sociológico, requiere tener fuertes raíces en el mismo. De lo contrario, puede accionarse en cualquier otra dirección. Si Ayuso, con su antipolítica y su falta de medidas en favor de la gente trabajadora y los servicios públicos, ha logrado tal cantidad de apoyos es porque, sin lugar a dudas, la izquierda no tiene hegemonizada a dicha mayoría. Comprender esto es esencial, para no perdernos en planteamientos ya frecuentes de “los obreros son tontos”, “los obreros votan mal” o “todos son fachas”.
3) El destrozo mediático que se ha hecho de Pablo Iglesias también debe entrar en la ecuación. Para atacar la figura del hasta ahora líder de Unidas Podemos, se han traspasado no pocas líneas de lo inasumible en una democracia. Los poderes mediáticos pueden estar satisfechos con su labor: reventar y degradar 24/7 la figura de Iglesias ha dado sus frutos. Posiblemente, hasta el punto de activar el voto en contra de esta persona, como él mismo ha indicado en sus declaraciones tras los resultados electorales.
Esto es relevante en tanto en cuanto, la única manera de desbancar a Ayuso era un acuerdo entre PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos. La demonización del candidato de UP, por tanto, no solo ha podido restar votos al partido morado sino a los otras dos formaciones que entraban en la ecuación de un acuerdo progresista.
4) La campaña electoral, sobre todo a raíz de lo acontecido en Vallecas y posteriormente tras las amenazas de muerte mediante cartas con balas, entró en una fase diferente. El marco de discusión se colocó donde seguramente la derecha y la ultraderecha querían: en el eje fascismo-antifascismo e incluso en la disputa del concepto “libertad”. El antifascismo no es actualmente en España un concepto de mayorías. Y el de “libertad” lo tenía dominado socialmente Ayuso.
No es de extrañar que su forma de entender y explicar la libertad resulte más atractiva que los planteamientos que la izquierda puso encima del tapete. Tantas décadas de contrarrevolución neoliberal han dado lugar a un terreno muy favorable para quienes dirigen la sociedad. Ayuso es una figura con alta capacidad para sintonizar con amplias capas mediante una comunicación política llana y que conecta perfectamente con las ideas liberales hegemónicas de “que hay de lo mío” y “sálvese quien pueda”.
5) Definir el modelo de partido e intervención sociopolítica de la izquierda alternativa es una tarea de suma relevancia. Probablemente, la más importante de todas las que hay que acometer. Los grandes poderes no se andan con miramientos a la hora de destruir a quienes intentan mover o alterar -aunque sea parcialmente- lo que han construido.
Si queremos asestarles golpes que supongan el debilitamiento de su poder social y la consecución de mejoras de la vida de la mayoría trabajadora, vamos a tener que contar con una fuerza social capaz de plantear batallas sostenidas en el tiempo y empujar contra viento y marea. Hablamos de contrarrestar su poder político, económico y mediático con organización de raíz profunda, una sociedad civil revitalizada y que actúe de manera unificada. Y para eso, además de lograr cambios y mejoras desde las instituciones (como por ejemplo, la derogación de la Reforma Laboral), se requiere intervenir políticamente en las grandes organizaciones sociales (sindicatos, asociaciones, movimientos, etc) los 365 días del año. Necesitamos recuperar la capacidad permanente de conocimiento y pulsión del estado de ánimo, demandas y prioridades de la gente trabajadora.
6) Desde nuestro punto de vista, Unidas Podemos está perdiendo peso electoral desde hace unos años, no tanto en el número absoluto de votos, como en la traslación de esos votos de forma relativa a las instituciones. Ahora hay más competidores por el espacio político y por la base social. A esto hay que añadir el desgaste que parece que se está produciendo por la participación en el gobierno y las dudas razonables que se pueden plantear sobre si esta participación está reforzando el proyecto o debilitándolo. Esta es una cuestión abierta, llena de incógnitas y cuyo desenlace no sabremos hasta las próximas generales.
Pero los resultados electorales del 4M, para bien o para mal, han abierto el debate estratégico en no pocos sectores de la izquierda alternativa. ¿Cuál es el camino que hemos de tomar ahora?
Hay indicios de que amplios sectores del establishment aspiran a recomponer el clásico bipartidismo en torno al PP y el PSOE, con unos partidos a los flancos desinflados y con escasa influencia, que serían VOX y el espacio “histórico” del millón de votos y medio de IU. Si esta operación tiene éxito supondrá un serio peligro para la democracia y para cualquier perspectiva transformadora de la realidad española. Esto nos interpela a las gentes con visiones transformadoras del mundo en que vivimos, a trabajar por levantar un muro de resistencia lo más sólido posible.
En el PTD consideramos que se deben dar pasos hacia la una confluencia más clásica de las fuerzas de izquierda alternativa. Más clásica, sí, pero a su vez con formas actualizadas, flexibles y amables de participación de partidos y organizaciones sociales y movimientos, y basada en un programa de mínimos compartido por todos y que sea respetado. Una fórmula similar, para entendernos y salvando las distancias, a lo que fue Convocatoria por Andalucía, o la IU de Anguita en sus primeros tiempos antes de convertirse en partido. Que permita que las organizaciones, cada una en base a su peso e influencia política real, y sin perder autonomía, podamos desarrollar prácticas de lucha unitaria de cara a presentar un frente unido ante el cambio de ciclo político.