Enlace a la publicación original: Red Planeta – Noviembre 2022.

¿Qué es el Partido del Trabajo Democrático (PTD)?

​En primer lugar, y antes de contestar, quiero agradeceros a Red Planeta por esta entrevista y la oportunidad que supone para plantear nuestras posiciones en vuestro espacio. Contestando a esta primera pregunta, si bien las siglas PTD hacen mención al término “partido”, consideramos que nuestra organización se encuentra en una fase de círculo de propaganda. Es decir, nuestra aspiración es la de constituir un partido obrero marxista, pero en la fase en la que nos encontramos ahora mismo nuestras tareas giran en torno a asentar los fundamentos programáticos y tácticos sobre los que ir construyendo nuestra organización.

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¿Cuándo y por qué decidisteis fundar el PTD? 

​Formalmente, el PTD se fundó en 2013 sobre la base de un grupo de militantes escindidos de los CJC (esta escisión es anterior a la del PCTE respecto del PCPE). Sin embargo, el núcleo de este grupo de militantes provenía del PCE antes de militar en los CJC. En el PCE formábamos parte de una corriente que se proponía la reconstrucción de este partido en clave marxista-leninista (obviamente, no sólo escribiéndolo en los estatutos). Sin embargo, tras el XVIII Congreso del PCE terminamos desencantados con esta idea y examinamos diferentes alternativas. Finalmente, optamos por marchar al PCPE y los CJC (la mayoría éramos por entonces menores de 30 años). No obstante, en el PCPE y los CJC nos encontramos con un sectarismo cuyas consecuencias prácticas eran igual de nocivas (cuando no peores) que las del reformismo del PCE. Por tanto, el objetivo con el que decidimos fundar el PTD era precisamente la superación de ambos errores (reformismo y sectarismo).

​¿Cuál es la ideología del PTD?

​Al igual que otras organizaciones comunistas, el PTD se basa en el marxismo-leninismo, es decir, la teoría revolucionaria elaborada a partir de la experiencia de las Internacionales I, II y III, además de las revoluciones soviética y china. Sin embargo, esta similitud es sólo aparente, ya que hacemos una interpretación de esta teoría muy diferente a la que suele hacer el resto de organizaciones comunistas en España. Hemos notado que la mayoría de estas organizaciones, en lugar de asimilar lo esencial de la teoría marxista-leninista (el método), toman sus consigas y fórmulas acabadas para luego aplicarlas mecánicamente a la España de 2022, a pesar de las diferencias respecto a la Rusia de 1917 o la China de 1949. Además, tanto la ciencia como la experiencia revolucionaria se han desarrollado en los últimos 100 años, por lo que el conocimiento teórico del movimiento comunista “congelado” en 1917 o en 1949 es insuficiente para afrontar las tareas revolucionarias hoy en día. Esto tiene consecuencias prácticas muy concretas, sobre todo en el modo con que la mayoría de las comunistas abordan la crítica de la posmodernidad o las “políticas de identidad”. Mientras que algunas organizaciones comunistas asumen acríticamente postulados de algunas teorías liberales “de moda”, otras realizan críticas “de brocha gorda” que eventualmente las conducen a asumir postulados reaccionarios. En los dos casos hay una falta de “análisis concreto de la situación concreta”, por expresarlo en palabras de Lenin. En este sentido, al menos en Europa, sólo hemos visto al Partido del Trabajo de Bélgica abordar este tipo de cuestiones “a la altura de los tiempos”, a la vez que fiel a los principios marxistas. Siendo conscientes de que España no es Bélgica, nuestra interpretación del marxismo-leninismo converge bastante con la que tiene este partido.

​¿Cuáles son los objetivos del Partido?

​Respecto a los objetivos, es importante distinguir los programáticos de los tácticos. Nuestro programa se orienta hacia la transformación del Estado español capitalista en uno socialista, a partir del cual construir una sociedad sin clases. Nuestra táctica, en el momento actual, se orienta hacia la consolidación de un círculo de propaganda que pueda contribuir a la constitución de un partido obrero marxista que esté en condiciones de liderar las transformaciones socialistas en España. 

​¿Qué trabajo práctico desempeñáis?

​Aparte del trabajo de estudio y propaganda del marxismo, nuestra prioridad es el trabajo sindical. No obstante, también participamos en el movimiento vecinal y hemos participado en algunas candidaturas municipales de izquierdas.

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¿Estáis presentes en las luchas sindicales?

​Como decía, el trabajo sindical es una de nuestras prioridades. Tendemos a priorizar el trabajo en los sindicatos mayoritarios, sobre todo en CCOO, dado que son los que agrupan a más trabajadores, especialmente en las grandes empresas y en los grandes núcleos industriales y productivos. No obstante, sobre el terreno somos pragmáticos. Si, “a pie de tajo”, el sindicato mayoritario es tan corporativo que impide la labor sindical más elemental, nuestros militantes trabajan en otros sindicatos que permitan mejores condiciones para desarrollar esta actividad. 

​En vuestra página web decís que “PTD trata de impulsar una Mesa de Unidad Comunista que tenga como contenido la coordinación para la intervención en las luchas de las y los trabajadores, el intercambio de experiencias, así como el debate acerca del programa para la revolución en España.” ¿En qué consistiría la Mesa de Unidad Comunista y cómo pensáis que se puede poner en marcha?

​Antes de responder a esta pregunta debo aclarar que ahora mismo en el PTD estamos en un proceso congresual en el que nuestra línea política está siendo reformulada, no tanto en sus objetivos, como en los medios para lograrlos. La propuesta de la Mesa de Unidad Comunista es uno de los elementos que, si bien formalmente siguen vigentes, están siendo replanteados. Esta propuesta procede de cuando fundamos el PTD en 2013 y se planteó en un contexto de convergencia con otras dos organizaciones (también procedentes de escisiones del PCPE). Inicialmente las tres organizaciones nos unimos en una sola bajo las siglas PTD en una conferencia celebrada en 2014. Sin embargo, posteriormente surgieron tensiones políticas y organizativas derivadas de diferentes interpretaciones del marxismo. Por un lado, estaba nuestra interpretación creativa del marxismo, que ya he descrito a grandes rasgos. Por otro, una interpretación dogmática que conducía a la parálisis de la organización. El conflicto se agudizó hasta que se rompió la confianza política y llevó a la ruptura del proceso de unidad. De esta experiencia, y de algunas de las anteriores, hemos salido bastante escépticos respecto a la situación del movimiento comunista en España. Aunque todavía figura formalmente en nuestros documentos, esta propuesta de la Mesa de Unidad Comunista lleva tiempo abandonada en la práctica y lo más probable es que no figure en los documentos que saldrán como resultado de nuestro proceso congresual. Por supuesto, esto no quiere decir que renunciemos a converger con otras organizaciones comunistas en el futuro.

​¿Habéis participado en las elecciones? ¿Qué análisis hacéis de ellas?

​No nos hemos presentado a las elecciones, aunque sí hemos colaborado con algunos sectores de Izquierda Unida y Podemos en candidaturas municipales, sobre todo Madrid y Asturias. El balance que hacemos de esta táctica es positivo, ya que nos ha facilitado el establecimiento de vínculos con los sindicatos y otros movimientos sociales, así como una mayor conexión con las políticas de masas.

​¿Qué caracterización hacéis del Estado español?

​Por un lado, a pesar de los resquicios que aún quedan del franquismo, el Estado español es una monarquía parlamentaria cada vez más similar a otros Estados miembros de la Unión Europea. Por otro lado, el Estado español es una potencia capitalista intermedia que participa en la explotación de los países en desarrollo, sobre todo en América Latina, aunque de manera subordinada tanto Estados Unidos (a través de la OTAN) como a Alemania y Francia (a través de la UE).

​Me imagino que defendéis el establecimiento de una república española, pero ¿qué clase de República española defendéis?

​A largo plazo defendemos una república socialista. No obstante, en las circunstancias actuales, una república democrática, en la que la jefatura del Estado sea elegida (por voto popular o por el parlamento) y sometida a un mayor control sobre sus cuentas y actividades, sería un progreso en nuestro país.

​¿Qué solución propone el PTD sobre la industria y el campo español?

​Actualmente el Estado español mantiene a través de la SEPI el control societario de algunas empresas estratégicas como Red Eléctrica Española. Nuestra propuesta consistiría en potenciar y transformar esta agencia en una SEPI 2.0 con la que, de manera coordinada con sindicatos y movimientos sociales, se promovería una política de reindustrialización mediante el desarrollo de un sector empresarial público. Al no tener que satisfacer a accionistas privados, los beneficios se invertirían en modernizar la industria española de cara su digitalización y descarbonización sin destruir empleo, sino creándolo e incluso mejorando su calidad. Además, entre las transformaciones que conllevaría esta SEPI 2.0 estaría su democratización, es decir, la elección de sus gestores por parte de los trabajadores de las empresas públicas y las poblaciones de las zonas afectadas por su actividad. Esto blindaría la SEPI 2.0 frente a tentativas privatizadoras, o al menos las entorpecería. Respecto al campo, la SEPI 2.0 se encargaría de reforzar vínculos entre agricultura e industria, impulsando el desarrollo de industrias transformadoras (como la agroalimentaria) en las zonas rurales.  La SEPI 2.0 también serviría para limitar el poder de las grandes distribuidoras, comprando los productos a precios más favorables para los agricultores a través de una distribuidora pública. Aunque esto no sería todavía el socialismo económico, sí sería un avance importante.

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En vuestra página web en el apartado de “El objetivo del Socialismo” en el punto 4 habláis del sector privado en el socialismo. ¿Aceptaríais la existencia de la propiedad privada en un Estado socialista? ¿En qué condiciones? 

​Se trata de una situación transitoria en la que todavía la planificación socialista no estuviera en condiciones de organizar la producción de manera eficiente en todos los sectores, pero ya opera en los sectores estratégicos. Las condiciones para esta “propiedad privada en el socialismo” son precisamente que no se trate de sectores estratégicos y que los medios de producción pasen a propiedad pública, siendo los empresarios privados únicamente arrendatarios, no propietarios. Todo ello bajo la supervisión de organismos de control obrero (comités de empresa, asambleas de trabajadores, etc.), que tendrían participación y derecho de veto en los consejos de administración de estas empresas “público-privadas”. Son condiciones que van encaminadas a preparar la socialización completa de estos sectores.

​Y en el punto 6 habláis de la revolución cultural. ¿Podéis explicarnos en qué se basaría la revolución cultural en España?

​Se trata de orientaciones generales de la lucha de clases ideológica bajo el socialismo. Sobre todo, se trata del establecimiento de un sistema educativo socialista enteramente público con el que elevar el nivel cultural y científico del pueblo, así como la superación de los prejuicios reaccionarios y capitalistas en la cultura popular. 

​¿Creéis que España debería salir de la UE y de la OTAN?

​La cuestión no es tanto si España debe salir de la UE y la OTAN, sino bajo qué condiciones puede lograrse esto. Tanto la OTAN como la UE son un entramado de tratados que el Estado español tiene con otras potencias capitalistas y que hipotecan su política exterior (e incluso interior), subordinándola a los intereses de estas potencias. Implementar un programa socialista en la España actual requiere quitarse de encima estas hipotecas y tutelas. Todo esto está bastante claro. Lo que ya no está tan claro es qué hacemos mientras tanto. Este tipo de desconexiones no pueden llevarse a cabo de la noche a la mañana y tienen un impacto político y económico que no puede ser eludido, como demuestra la experiencia del Brexit en el Reino Unido. Para el caso concreto de España, esto requeriría en primer lugar la coordinación de los partidos y sindicatos de izquierda de nuestro país con los partidos y organizaciones de izquierda en los demás países miembros de la UE, sobre todo aquéllos con circunstancias similares a las españolas. En este sentido, ya existe un precedente con la huelga general de noviembre de 2012, que fue simultánea en España y Portugal, además de secundada con paros parciales en Italia y movilizaciones en Francia y Grecia. También hay otros casos de huelgas en multinacionales coordinadas a escala europea, como en Ryanair o Amazon. En segundo lugar, en caso de llegar al gobierno, sería necesario fortalecer las relaciones con otros gobiernos europeos que compartan la crítica al neoliberalismo de los tratados europeos y al imperialismo de la OTAN. Esto debería ser reforzado con el desarrollo de relaciones con potencias emergentes que sirvan de contrapeso a Estados Unidos, como China, y con los países que comparten historia y cultura con España como los latinoamericanos (sobre todo los que tienen gobiernos progresistas). Hablo de relaciones a todos los niveles, no sólo diplomático, sino también comercial y militar. Lo más parecido que ha habido a esto fue la convergencia entre gobiernos de países del sur de Europa durante la negociación de los fondos europeos de cara a la recuperación económica tras la pandemia. Sin embargo, estos gobiernos han sido dirigidos por partidos social-liberales como el PSOE, que no cuestionan los tratados atlánticos y europeos, ni siquiera de palabra. En cualquier caso, para nosotros la cuestión fundamental está en forjar esta coordinación internacional entre partidos, sindicatos y gobiernos de izquierdas que termine sustituyendo a la UE y la OTAN por otros tratados y otras alianzas internacionales, permitiendo condiciones más favorables para la aplicación de un programa socialista en España.

​Obviamente, esta sustitución es imposible sin una intensificación de la lucha de clases (nacional e internacional), pero de lo que se trata es de acumular las fuerzas necesarias para afrontar este choque en las mejores condiciones. En esta cuestión también convergemos bastante con las tesis del Partido del Trabajo de Bélgica, sobre todo con su insistencia en la necesidad de coordinación entre partidos y sindicatos de izquierdas europeos.

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¿Apoyáis el derecho de autodeterminación en España?

​Si bien en el programa del PTD aún vigente se defiende explícitamente y sin reservas el derecho de autodeterminación, en el actual proceso congresual estamos replanteando esta cuestión. Aún no hemos llegado a conclusiones definitivas, pero sí puedo plantear aquí las razones que nos han llevado a replantear este punto de nuestro programa. En primer lugar, los clásicos del marxismo siempre circunscribieron el derecho de autodeterminación a aquellos contextos (sobre todo feudales y coloniales) en los que los movimientos nacionales podían jugar un papel revolucionario. Esto lo dice Lenin explícitamente en su polémica con Rosa Luxemburgo de 1914. De hecho, tanto Marx como Engels consideraron reaccionaria no sólo la secesión de regiones españolas, sino también la organización federal del Estado español, si bien eran favorables a su descentralización administrativa. Tanto Cataluña como el País Vasco son, junto con Madrid, los principales centros de acumulación de capital, ocupando posiciones privilegiadas en la división del trabajo interterritorial española. En este contexto, los nacionalismos vasco y catalán históricamente (salvo periodos concretos, como la Segunda República) han sido hegemonizados por fuerzas conservadoras y burguesas interesadas en mantener las mencionadas posiciones privilegiadas en la división del trabajo entre territorios. El caso gallego es más particular, ya que no es un territorio privilegiado en esta división del trabajo y allí lo que predomina no es tanto el nacionalismo como el regionalismo. En cualquier caso, nada de esto significa que estos territorios y sus poblaciones no hayan sufrido opresión de tipo cultural y lingüístico, sobre todo durante el franquismo, pero muchos efectos de esta opresión han sido revertidos con el desarrollo del Estado autonómico. No obstante, el nacionalismo español también está hegemonizado por la derecha, y no sólo por la conservadora, sino también por la reaccionaria. No consideramos esto una casualidad o un resultado de que la izquierda española haya abandonado la bandera del patriotismo, como a veces se dice. Más bien es consecuencia de cómo se ha llevado a cabo la transición del feudalismo al capitalismo en España, primero por vía conservadora bajo la monarquía liberal y luego por vía reaccionaria bajo el franquismo. En este contexto, el centralismo no ha sido una plataforma revolucionaria, como lo fue para los jacobinos en Francia, sino más bien conservadora y oligárquica. Es sobre la base de este tipo de reflexiones que estamos replanteando nuestro análisis y nuestro programa respecto a la cuestión nacional española.

​¿Cómo veis el panorama del Movimiento Comunista Español? 

​Como decía, nuestra experiencia con otras organizaciones del movimiento comunista español nos ha llevado a una visión más bien pesimista. El análisis que hacemos del movimiento comunista español es que a día de hoy es un movimiento de carácter más subcultural que político. La actividad de las organizaciones comunistas en España está más orientada al consumo de “folclore comunista” que a la puesta en marcha de un proyecto político fundamentado en los principios marxistas y aplicado a la realidad española actual. Todo esto tiene su reflejo en el dogmatismo del discurso y los análisis de la mayoría de organizaciones comunistas españolas y redunda en un sectarismo que divorcia cada vez más a estas organizaciones de las masas trabajadoras, incluso de sectores más politizados. A menudo se pretende justificar todo esto con el deber que tendría todo comunista de criticar y desenmascarar a los oportunistas y reformistas. Sin embargo, una cosa es la crítica marxista y otra muy distinta la crítica dogmática. La crítica marxista se basa en hechos, mientras que la crítica dogmática se basa en consignas y fórmulas petrificadas. La crítica marxista a los partidos y tendencias oportunistas y reformistas debe contribuir al desarrollo práctico de tendencias y organizaciones que cristalicen en un proyecto revolucionario real, no de grupúsculos sectarios carentes de cualquier proyecto político mínimamente serio.

FuenteEntrevista al Partido del Trabajo Democrático